por El Investigador de Nuevo Songo
IV
La enfermera se inclinó sobre la cama de hospital y lo cubrió con una sábana blanquísima, aséptica. El Periodista llevaba años en un coma profundo, pero ella intuía que su cerebro seguía siendo la maquinaria de ágil imaginación que siempre fue. Adivinó un nuevo aleteo de vida en el cuerpo inerte. ¿Despertaría? Cuando él cayó en coma el mundo era muy diferente. "Cuánto hemos cambiado en estos años", pensó. "¿Quién iba a pensar que Cuba se iba a confederar con Haití, con Songo la Maya, la tierra de los ancestros, como capital? ¿Quién iba a imaginar que esa personalidad bloguera iba a encabezar el Ministerio de Cultura? Si él despertara..."
IV
La enfermera se inclinó sobre la cama de hospital y lo cubrió con una sábana blanquísima, aséptica. El Periodista llevaba años en un coma profundo, pero ella intuía que su cerebro seguía siendo la maquinaria de ágil imaginación que siempre fue. Adivinó un nuevo aleteo de vida en el cuerpo inerte. ¿Despertaría? Cuando él cayó en coma el mundo era muy diferente. "Cuánto hemos cambiado en estos años", pensó. "¿Quién iba a pensar que Cuba se iba a confederar con Haití, con Songo la Maya, la tierra de los ancestros, como capital? ¿Quién iba a imaginar que esa personalidad bloguera iba a encabezar el Ministerio de Cultura? Si él despertara..."
Observó largamente la avenida que se divisaba más allá de la alambrada desde la ventana del hospital. Miró el reloj y supo que tenía que apurarse. Calculó mal el tiempo. Tenía que apresurarse para acudir a esa cita con aquel periodista interesado en investigar el secreto del Códice Tamacun. Se estremeció de miedo. Dio un respingo.
V
Un ejemplar de Crónicas de Nuevo Songo descansaba sobre la recepción del pabellón especial del manicomio de Vindobona. El cintillo denunciaba: "Manicomio es cárcel para los que se atreven a hablar del Códice Thamacun". El recepcionista, enfundado en un traje verde, leía Cuba Inglesa en la pantalla de una laptop. Una reunión de emergencia para decidir cómo manejar los cuestionamientos de la prensa había terminado en alboroto cuando una loca vestida de enfermera trató de escaparse dando gritos: "¡Tengo una cita con el periodista… le diré toda la verdad del Códice!".
La calma había retornado por fin al pabellón donde se internaba a los pacientes aquejados del Síndrome Anglocubano. El recepcionista podía relajarse. Nadie miraba. Las cámaras infrarrojas de seguridad no detectarían que ocultaba bajo la bata verde una nota en azul escrita por un paciente que no sabía que él era en realidad un periodista e investigaba el secreto de El Códice Thamacun. Estaba dispuesto a todo por llegar a la verdad.
VI
Azul sobre azul. Un hombre-isla. Azul dentro del azul. Cubos de un azul profundo. Color de mar.