por Aleaga Pesant
“Los marcianos llegaron ya, / y llegaron bailando ricachá; / ricachá ricachá ricachá /, así llaman en Marte al cha cha cha”, anuncia la letra de una pieza popular estrenada en la década de 1950. Por entonces, estaban de moda en América los informativos sobre avistamientos de ovnis. Para los cubanos, los marcianos fueron desde ese momento el ejemplo vivo de los desorientados.
Cincuenta años después un marciano extraviado de la canción, muy parecido a Alf, el personaje del serial humorístico, cantinflesco y cañonero, aparece en La Habana, hablando cosas propias de esos pequeños tipos verdes, con su ruidito característico ñiiiiik, ñiiiiik. El doctor Esteban Morales, tan respetado en las altas esferas del poder, debido a sus conocimientos, se está volviendo verde.
Primero escribió un artículo sacrílego para la nomenclatura (Corrupción, la verdadera contrarrevolución), y luego, en medio del delirium tremens, pidió el paredón para los corruptos (La Santísima Trinidad). En ambos textos se llamó a sí mismo revolucionario. No obstante, fue expulsado del Partido Comunista de Cuba.
En entrevista a la prensa internacional, Morales expresó que al ser expulsado de la organización, presentó su apelación, y espera llegar al Congreso si es necesario para impugnar la decisión. ¿Desconoce Morales que el último congreso comunista se celebró hace trece años, y que las expectativas de realizar el próximo son mínimas?
Cuenta la versión criolla de Alf, que él nunca tuvo privilegios. Olvidó que por pertenecer al grupo de poder pudo viajar al exterior, tenía un auto, conexión a internet, y lujos que no están al alcance del cubano común. Morales piensa jubilarse en septiembre del Centro de Estudios Hemisféricos sobre Estados Unidos. Mientras tanto, continúa “muy activo” como académico e investigador. Oculta en su cantinfleo que cuando los académicos y profesores dejan de ser confiables los echan de los centros de estudio y las universidades. El mismo aplicó la norma a muchos de sus compañeros, y apoyó en su momento la disolución del Centro de Estudios de América (1995). Además, considera un honor ser miembro de la temida policía política.
Lo más simpático de lo expresado por Morales, y que indica el mal estado de su salud mental, es lo que sigue: “Otros se han afilado los dientes pensando que voy a cambiar de bando, a pasarme a la disidencia. Quizás la contrarrevolución, tan falta de liderazgo, pudo pensar que yo les llenaría ese vacío. Pero quienes me conocen de verdad saben que eso es imposible, que soy un revolucionario inclaudicable. Además, nunca he tenido ínfulas de líder, ni busqué protagonismo”.
No está claro quién le dijo al doctor que en la disidencia se necesitaba un líder como él. Confunde decencia con cobardía. Los demócratas cubanos reiteran estar abiertos a construir entre todos la democracia, pero de ahí a dirigirla… ¡Apretó el tipo!
Por último, el académico se siente incapaz de reconocer los rasgos autoritarios de la dictadura cubana. “Lo sucedido no me paraliza. Simplemente tendré mucho más cuidado al expresarme y escribir. Yo creo que el debate y la crítica son promovidos por Raúl y la dirección del partido”.
Entonces, ¿quién lo expulsó del Partido Comunista de Cuba? ¿Otro marciano?
Cortesía Cubanet
“Los marcianos llegaron ya, / y llegaron bailando ricachá; / ricachá ricachá ricachá /, así llaman en Marte al cha cha cha”, anuncia la letra de una pieza popular estrenada en la década de 1950. Por entonces, estaban de moda en América los informativos sobre avistamientos de ovnis. Para los cubanos, los marcianos fueron desde ese momento el ejemplo vivo de los desorientados.
Cincuenta años después un marciano extraviado de la canción, muy parecido a Alf, el personaje del serial humorístico, cantinflesco y cañonero, aparece en La Habana, hablando cosas propias de esos pequeños tipos verdes, con su ruidito característico ñiiiiik, ñiiiiik. El doctor Esteban Morales, tan respetado en las altas esferas del poder, debido a sus conocimientos, se está volviendo verde.
Primero escribió un artículo sacrílego para la nomenclatura (Corrupción, la verdadera contrarrevolución), y luego, en medio del delirium tremens, pidió el paredón para los corruptos (La Santísima Trinidad). En ambos textos se llamó a sí mismo revolucionario. No obstante, fue expulsado del Partido Comunista de Cuba.
En entrevista a la prensa internacional, Morales expresó que al ser expulsado de la organización, presentó su apelación, y espera llegar al Congreso si es necesario para impugnar la decisión. ¿Desconoce Morales que el último congreso comunista se celebró hace trece años, y que las expectativas de realizar el próximo son mínimas?
Cuenta la versión criolla de Alf, que él nunca tuvo privilegios. Olvidó que por pertenecer al grupo de poder pudo viajar al exterior, tenía un auto, conexión a internet, y lujos que no están al alcance del cubano común. Morales piensa jubilarse en septiembre del Centro de Estudios Hemisféricos sobre Estados Unidos. Mientras tanto, continúa “muy activo” como académico e investigador. Oculta en su cantinfleo que cuando los académicos y profesores dejan de ser confiables los echan de los centros de estudio y las universidades. El mismo aplicó la norma a muchos de sus compañeros, y apoyó en su momento la disolución del Centro de Estudios de América (1995). Además, considera un honor ser miembro de la temida policía política.
Lo más simpático de lo expresado por Morales, y que indica el mal estado de su salud mental, es lo que sigue: “Otros se han afilado los dientes pensando que voy a cambiar de bando, a pasarme a la disidencia. Quizás la contrarrevolución, tan falta de liderazgo, pudo pensar que yo les llenaría ese vacío. Pero quienes me conocen de verdad saben que eso es imposible, que soy un revolucionario inclaudicable. Además, nunca he tenido ínfulas de líder, ni busqué protagonismo”.
No está claro quién le dijo al doctor que en la disidencia se necesitaba un líder como él. Confunde decencia con cobardía. Los demócratas cubanos reiteran estar abiertos a construir entre todos la democracia, pero de ahí a dirigirla… ¡Apretó el tipo!
Por último, el académico se siente incapaz de reconocer los rasgos autoritarios de la dictadura cubana. “Lo sucedido no me paraliza. Simplemente tendré mucho más cuidado al expresarme y escribir. Yo creo que el debate y la crítica son promovidos por Raúl y la dirección del partido”.
Entonces, ¿quién lo expulsó del Partido Comunista de Cuba? ¿Otro marciano?
Cortesía Cubanet