Se ha dicho que vivimos en el país más antiyanqui del mundo (este correo circulante es original de un argentino), junto con España y Francia. Por lo tanto, debe de haber muchos lectores de estas líneas que, por alguna razón, odian a los Estados Unidos. A todos ellos querría hacer llegar (con el mayor respeto) un pensamiento que considero atendible. El mundo entero, mucho antes de la globalización, se ha convertido en una prolongación del American way of life.
El lector antiyanqui me está leyendo a la luz de una lamparita creada por Mr. Thomas Alva Edison en 1876. Viste un jean patentado por Mr. Levi Strauss en 1873. Yo ya no escribo en las máquinas de Mr. Burns (1826) o Mr. Cristopher Sholes (1867) ni en las legendarias Underwood de Chicago, sino en una computadora diseñada por el joven Bill Gates. Hoy es domingo, de modo que no sonó el despertador creado por Mr. Levi Hutchins en 1787. Pero sí funciona a toda máquina el láser inventado por Charles Townes y Arthur Schawlow (1960) y hoy tan útil en la cirugía, la odontología, la música, el cine, la guerra, etcétera. Sigo escribiendo, mientras no nos interrumpa el teléfono (Mr. Graham Bell, 1876) y no me llamen de la radio, que fue creada por Mr. Lee de Forest en 1906.
Más tarde, perezosamente, haremos inflar las llantas (Mr. John Dunlop, 1888), aunque los neumáticos (Mr. Thompson, 1845) están hechos de caucho vulcanizado (Mr. Goodyear, 1839), pero no sin antes chequear los mensajes del teléfono celular, que funciona gracias a los transistores creados por Mr. Bardeen, Mr. Brattain y Mr. Shockley en 1848. No hay apuro: ya no estamos en los tiempos en que Mr. Isaac Singer inventó la máquina de coser (1851), de modo que bien podemos tomarnos un vino blanco frío, que sacaremos del refrigerador (Mr. Jacob Perkins, 1834). Gracias a Dios, disfrutamos de un producto tan gratificante como nuestro querido diario, compuesto con la máquina de hacer papel que inventó Mr. Dickinson en 1809, mediante las rotativas creadas por Mr. Hoe en 1846.
Después podemos bajar a la calle por el ascensor que creó Mr. Otis en 1853. ¡Si va a salir, no olvide afeitarse con el artilugio diseñado por Mr. Gillette! ¿El pasto está bien cortado gracias a la máquina que pergeñó Mr. Hills en 1868? En un mediodía de sol primaveral, uno ya sueña con enero: el día en que el avión (Mr. Wright, 1903) nos lleve a Punta del Este o a Pinamar.
Las autopistas, los edificios de propiedad horizontal, las casas con pileta, la radio, la televisión, el rock, que lejos de ser “nacional” forma parte del folclore norteamericano, como la batería y la guitarra eléctrica, las grandes tiendas, el cine. Todos los sueños, todas las realidades, todos los placeres, todos los dolores del mundo moderno, son una emanación de lo yanqui. Hasta el izquierdismo moderno fue creado por los americanos, a partir de C. Wright Mills y su concepto “The New Left”.
Para los franceses, Estados Unidos es la potencia que les arrebató la primacía de Occidente, en estrecha alianza con un viejo enemigo de los galos: Gran Bretaña. Para los españoles, es la nación que vino a despojarlos de sus últimos bastiones americanos: Cuba y Puerto Rico. Pero, al mismo tiempo, los europeos suelen agradecer que los yanquis les sacaron de encima dos amenazas tenebrosas: Stalin y Hitler. ¿Y en la Argentina? La historia indica que Kissinger se mostraba complacido con Videla, pero el Movimiento de los Derechos Humanos fue creación de Jimmy Carter y Patricia Derian, enemigos jurados de la dictadura.
Cuando nuestros hijos dejan el país para buscar un futuro mejor, los impulsamos hacia Nueva York, Chicago, Los Ángeles. De hecho, son varias veces cien mil los argentinos que viven en Yanquilandia. ¿Para qué fingir que nos gusta Castro cuando no depositaríamos un centavo en el Banco de Cuba?
Nota con algunas cositas de más: Los odiados gringos están a la delantera en todos los avances y modernizaciones. La gran mayoría de los Premio Nobel en ciencias, y de los inventos e innovaciones que se realizan en el mundo, salen de cerebros e instituciones yanquis. También promueven los mejores espectáculos y crean los estilos de moda. Han inventado el Iphone, el Ipod, y un montón de artilugios de todo tipo, y comercializado en grande el internet. Ahí tienen a Google y a Facebook.
Por si fuera poco, inventan los medicamentos y tecnologías más avanzados y hacen las películas que más gustan a sus amigos y enemigos. Fueron los primeros en llegar a la luna, y llevan la delantera en los estudios espaciales. La TV norteamericana, CNN, es la más vista en el planeta. Los mejores armamentos los fabrican ellos, pero estos inventos son deplorables. Al comunismo lo vencieron sin disparar un tiro y al nazismo a puro cañón.
Tampoco nadie les gana en cuestiones de derechos humanos, libertad y justicia penal, pero nadie los copia. Ah, nadie emigra a Argentina, y pocos emigran a España y Francia en comparación con los millones que se van a vivir ilegalmente a Yanquilandia. Ni siquiera son tan racistas como decían, pues a pesar de que allí la raza negra es minoritaria tienen un presidente negro. Casi todo lo que usted usa (USA), come o viste contiene algo proveniente de una inventiva yanqui, aunque ahora lo fabriquen en China.
Y para rabia y sicosis de los antiyanquis, y a pesar de que padecen una crisis (que la padece casi todo el mundo), las estadísticas recientes muestran que Gringolandia sigue siendo el país más poderoso del mundo, dejando muy atrás a sus competidores, Alemania, China y Japón.
Está claro, mientras hay gente por ahí que los odia y envidia, los yanquis hacen su juego y te dan la mano. Así son ellos.
El lector antiyanqui me está leyendo a la luz de una lamparita creada por Mr. Thomas Alva Edison en 1876. Viste un jean patentado por Mr. Levi Strauss en 1873. Yo ya no escribo en las máquinas de Mr. Burns (1826) o Mr. Cristopher Sholes (1867) ni en las legendarias Underwood de Chicago, sino en una computadora diseñada por el joven Bill Gates. Hoy es domingo, de modo que no sonó el despertador creado por Mr. Levi Hutchins en 1787. Pero sí funciona a toda máquina el láser inventado por Charles Townes y Arthur Schawlow (1960) y hoy tan útil en la cirugía, la odontología, la música, el cine, la guerra, etcétera. Sigo escribiendo, mientras no nos interrumpa el teléfono (Mr. Graham Bell, 1876) y no me llamen de la radio, que fue creada por Mr. Lee de Forest en 1906.
Más tarde, perezosamente, haremos inflar las llantas (Mr. John Dunlop, 1888), aunque los neumáticos (Mr. Thompson, 1845) están hechos de caucho vulcanizado (Mr. Goodyear, 1839), pero no sin antes chequear los mensajes del teléfono celular, que funciona gracias a los transistores creados por Mr. Bardeen, Mr. Brattain y Mr. Shockley en 1848. No hay apuro: ya no estamos en los tiempos en que Mr. Isaac Singer inventó la máquina de coser (1851), de modo que bien podemos tomarnos un vino blanco frío, que sacaremos del refrigerador (Mr. Jacob Perkins, 1834). Gracias a Dios, disfrutamos de un producto tan gratificante como nuestro querido diario, compuesto con la máquina de hacer papel que inventó Mr. Dickinson en 1809, mediante las rotativas creadas por Mr. Hoe en 1846.
Después podemos bajar a la calle por el ascensor que creó Mr. Otis en 1853. ¡Si va a salir, no olvide afeitarse con el artilugio diseñado por Mr. Gillette! ¿El pasto está bien cortado gracias a la máquina que pergeñó Mr. Hills en 1868? En un mediodía de sol primaveral, uno ya sueña con enero: el día en que el avión (Mr. Wright, 1903) nos lleve a Punta del Este o a Pinamar.
Las autopistas, los edificios de propiedad horizontal, las casas con pileta, la radio, la televisión, el rock, que lejos de ser “nacional” forma parte del folclore norteamericano, como la batería y la guitarra eléctrica, las grandes tiendas, el cine. Todos los sueños, todas las realidades, todos los placeres, todos los dolores del mundo moderno, son una emanación de lo yanqui. Hasta el izquierdismo moderno fue creado por los americanos, a partir de C. Wright Mills y su concepto “The New Left”.
Para los franceses, Estados Unidos es la potencia que les arrebató la primacía de Occidente, en estrecha alianza con un viejo enemigo de los galos: Gran Bretaña. Para los españoles, es la nación que vino a despojarlos de sus últimos bastiones americanos: Cuba y Puerto Rico. Pero, al mismo tiempo, los europeos suelen agradecer que los yanquis les sacaron de encima dos amenazas tenebrosas: Stalin y Hitler. ¿Y en la Argentina? La historia indica que Kissinger se mostraba complacido con Videla, pero el Movimiento de los Derechos Humanos fue creación de Jimmy Carter y Patricia Derian, enemigos jurados de la dictadura.
Cuando nuestros hijos dejan el país para buscar un futuro mejor, los impulsamos hacia Nueva York, Chicago, Los Ángeles. De hecho, son varias veces cien mil los argentinos que viven en Yanquilandia. ¿Para qué fingir que nos gusta Castro cuando no depositaríamos un centavo en el Banco de Cuba?
Nota con algunas cositas de más: Los odiados gringos están a la delantera en todos los avances y modernizaciones. La gran mayoría de los Premio Nobel en ciencias, y de los inventos e innovaciones que se realizan en el mundo, salen de cerebros e instituciones yanquis. También promueven los mejores espectáculos y crean los estilos de moda. Han inventado el Iphone, el Ipod, y un montón de artilugios de todo tipo, y comercializado en grande el internet. Ahí tienen a Google y a Facebook.
Por si fuera poco, inventan los medicamentos y tecnologías más avanzados y hacen las películas que más gustan a sus amigos y enemigos. Fueron los primeros en llegar a la luna, y llevan la delantera en los estudios espaciales. La TV norteamericana, CNN, es la más vista en el planeta. Los mejores armamentos los fabrican ellos, pero estos inventos son deplorables. Al comunismo lo vencieron sin disparar un tiro y al nazismo a puro cañón.
Tampoco nadie les gana en cuestiones de derechos humanos, libertad y justicia penal, pero nadie los copia. Ah, nadie emigra a Argentina, y pocos emigran a España y Francia en comparación con los millones que se van a vivir ilegalmente a Yanquilandia. Ni siquiera son tan racistas como decían, pues a pesar de que allí la raza negra es minoritaria tienen un presidente negro. Casi todo lo que usted usa (USA), come o viste contiene algo proveniente de una inventiva yanqui, aunque ahora lo fabriquen en China.
Y para rabia y sicosis de los antiyanquis, y a pesar de que padecen una crisis (que la padece casi todo el mundo), las estadísticas recientes muestran que Gringolandia sigue siendo el país más poderoso del mundo, dejando muy atrás a sus competidores, Alemania, China y Japón.
Está claro, mientras hay gente por ahí que los odia y envidia, los yanquis hacen su juego y te dan la mano. Así son ellos.