-Ha escrito y publicado varios libros, pero nadie puede recordar ninguno. No entiende por qué sus amigos y parientes “embarajan” cada vez que intenta leerles un fragmento.
-En Cuba, perteneció a una institución oficialista que arropó, benevolente, su obra juvenil (del centenario). Desde entonces atesora los recuerdos de aquellas tardes de guachipupa y chismecitos, de reuniones del Comité de Base y talleres provinciales de poesía, que no pierde la esperanza de reproducir en el “exilio”.
-Aguarda agazapado, cual tigre neocastrista, el tiempo en que su blog encumbre por fin una obra (su obra) que en papel no ha hallado aún el público –ni siquiera la crítica— que se merece.
-No va a permitir que una banda de farsantes y advenedizos ocupe el espacio –el sitial— que por derecho le pertenece. Nadie reedita sus libritos –la crisis económica no escampa— pero queda la blogosfera. Allí, habrá que poner a algunos en su sitio, ciertamente, pero la poesía puede esperar. La poesía siempre lo ha esperado.
-Aguarda agazapado, cual tigre neocastrista, el tiempo en que su blog encumbre por fin una obra (su obra) que en papel no ha hallado aún el público –ni siquiera la crítica— que se merece.
-No va a permitir que una banda de farsantes y advenedizos ocupe el espacio –el sitial— que por derecho le pertenece. Nadie reedita sus libritos –la crisis económica no escampa— pero queda la blogosfera. Allí, habrá que poner a algunos en su sitio, ciertamente, pero la poesía puede esperar. La poesía siempre lo ha esperado.