Con el advenimiento de los despidos masivos y las reformas de corte económico prometidas por el castrismo, algunos analistas han comenzado a juguetear con la idea de que el totalitarismo a la cubana está a punto de desmoronarse, y con él la oligarquía gobernante. La tesis gira alrededor del hecho de que la fuerza laboral independizada del Estado se convertirá, precipitadamente, en un agente de cambio. Al perder supuestamente el Estado el control absoluto de la economía, perdería el control absoluto de la sociedad, y esto abriría fisuras subversivas imposibles de taponar. Puede ser, pero conviene recordar también la serie de instituciones y espacios determinantes, a todos los niveles, que aún controla el régimen. Voy a mencionar seis de ellos, arriesgándome a omitir alguno de peso:
-El ejército
-El Ministerio del Interior, MININT (todo el aparato de la policía, la Seguridad del Estado, las organizaciones delatoras, etc.)
-El Ministerio de Educación (la educación privada seguirá marginada en Cuba)
-El Ministerio de Salud Pública (el pueblo seguirá en manos de las policlínicas y los matasanos estatales)
-La Dirección de Inmigración y Extranjería (que aquí mencionamos aparte pero que en realidad controla el MININT, y que decide quién entra y quién sale del país –esto es clave porque define el destino existencial de muchos--, quién se aprovechará de una beca internacional, un viaje familiar o de trabajo al exterior, etc.)
-El Ministerio de Cultura (que seguirá influyendo, controlando y financiando la vida cultural de la Isla).
Es cierto que las características socioculturales, históricas y geográficas de Cuba difieren del caso chino, y por tanto no se deben comparar miméticamente ambas realidades. Pero también es cierto que la acumulación durante más de medio siglo, en diversas capas generacionales –mientras las capas más independientes y emprendedoras abandonaban el país--, de lo que algunos llaman “el hombre nuevo o neocastrista”, políticamente abúlico, relativista e indolente, no va a facilitar una transición a corto plazo.
Hay que ser optimista. Veremos qué pasa.
-El ejército
-El Ministerio del Interior, MININT (todo el aparato de la policía, la Seguridad del Estado, las organizaciones delatoras, etc.)
-El Ministerio de Educación (la educación privada seguirá marginada en Cuba)
-El Ministerio de Salud Pública (el pueblo seguirá en manos de las policlínicas y los matasanos estatales)
-La Dirección de Inmigración y Extranjería (que aquí mencionamos aparte pero que en realidad controla el MININT, y que decide quién entra y quién sale del país –esto es clave porque define el destino existencial de muchos--, quién se aprovechará de una beca internacional, un viaje familiar o de trabajo al exterior, etc.)
-El Ministerio de Cultura (que seguirá influyendo, controlando y financiando la vida cultural de la Isla).
Es cierto que las características socioculturales, históricas y geográficas de Cuba difieren del caso chino, y por tanto no se deben comparar miméticamente ambas realidades. Pero también es cierto que la acumulación durante más de medio siglo, en diversas capas generacionales –mientras las capas más independientes y emprendedoras abandonaban el país--, de lo que algunos llaman “el hombre nuevo o neocastrista”, políticamente abúlico, relativista e indolente, no va a facilitar una transición a corto plazo.
Hay que ser optimista. Veremos qué pasa.