Pregunta: ¿Qué harías en 24 horas para reconquistar a tu mujer?
Respuesta: Saldría de casa a dar vueltas, a pensar en algo original, impactante incluso después de veintitantos años, algo capaz de ablandar la corteza más curtida, capaz de menguar en su máxima expresión la monotonía. Saldría a olvidar, a un lado de la balanza la bandeja más cercana al cielo, a recordar y recontar al otro extremo la bandeja que casi toca el suelo. Saldría a evitar una rosa, a evitar un perfume, a evitar chocolates y ropa interior; a evitar anillos, pasadores de oro, diamantes, rubíes, bolsos, zapatos, vestidos, conjuntos, pantalones. Nada de liposucciones ni viajes ni retiros espirituales ni restaurantes ni bailes, mucho menos masajes; prohibidos los planes de aniversarios ni promesas para cuando seamos viejos, ni nichos pagados ni entierros sin costo para los nietos. Nada de adornos ni muebles de patio ni platos nuevos, ni cristal de Bacará ni de Rosenthal ni juegos de cuarto, ni colchones experimentales de la Nasa de ajuste individual, ni carro nuevo, ni casa en el campo ni en la playa. Quizás algo tan viejo y olvidado y trillado y tan poco deseado y tan inesperado que la sorprenda.
Respuesta: Saldría de casa a dar vueltas, a pensar en algo original, impactante incluso después de veintitantos años, algo capaz de ablandar la corteza más curtida, capaz de menguar en su máxima expresión la monotonía. Saldría a olvidar, a un lado de la balanza la bandeja más cercana al cielo, a recordar y recontar al otro extremo la bandeja que casi toca el suelo. Saldría a evitar una rosa, a evitar un perfume, a evitar chocolates y ropa interior; a evitar anillos, pasadores de oro, diamantes, rubíes, bolsos, zapatos, vestidos, conjuntos, pantalones. Nada de liposucciones ni viajes ni retiros espirituales ni restaurantes ni bailes, mucho menos masajes; prohibidos los planes de aniversarios ni promesas para cuando seamos viejos, ni nichos pagados ni entierros sin costo para los nietos. Nada de adornos ni muebles de patio ni platos nuevos, ni cristal de Bacará ni de Rosenthal ni juegos de cuarto, ni colchones experimentales de la Nasa de ajuste individual, ni carro nuevo, ni casa en el campo ni en la playa. Quizás algo tan viejo y olvidado y trillado y tan poco deseado y tan inesperado que la sorprenda.
Quizás baste un poema. Dicho sin lápiz ni papel, ni lazos rojos, sin más sobre que entre abrazos, sin métrica ni asonancia, ni soneto ni sencillo, ni estribillo, ni rima, ni prosa, ni tú mi mariposa, ni la muerte por tu olvido, ni perdones en boca rota después de morder la copa, ni el cielo reflejado en tus ojos ni el calor al salir del río. En fin, algo más o menos así:
Llevo mi amor partido en tres mitades
mas no te asustes, una es para tu cuerpo
la otra es para tus besos, y la que sobra
esa, es para tus extremidades
mas no te asustes, una es para tu cuerpo
la otra es para tus besos, y la que sobra
esa, es para tus extremidades