“Ella olía a cedro como la madera de los armarios, los baúles y las cajas de tabaco, con el aroma discreto de las intimidades que, en su tibia y sobria soledad, recuerda los troncos con las raíces en la tierra y las ramas desplegadas al aire. Su olor perturbó los sentidos de don Ángel (Castro)... Clareaba cuando la vio como era en ese tiempo: una joven crecida, de esbeltez de cedro, ojos negros y energía como la de ninguna otra campesina de por todo aquello”.
Katiuska Blanco en su libro Todo el Tiempo de los Cedros, sobre el primer encuentro entre Lina Ruz, madre de Fidel Castro, y el padre de éste, Ángel María Castro