google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Juana con su campana

viernes, 28 de agosto de 2009

Juana con su campana

por Ignacio T. Granados

Creo —no estoy seguro— que fue Antonio José Ponte en su libro sobre los origenistas, pero quien haya sido sentó el canon de la crítica literaria cubana. La cita es del crítico sobre sí mismo, y más o menos afirma que no es curador sino celador del museo. De pronto uno entiende la falta de altura, la pequeñez de los objetivos; y lo que no se entiende es que alguien quiera que se le respete con semejantes presupuestos.

Tanto presupuesto, tanta Asociación de jóvenes y Unión de viejos. Tanto taller literario y tanta casa de cultura, tanta revista y tanto concurso. Tanto de todo lo que se desea en pleno capitalismo, y todo eso para criar unos meros CVP’s. Eso mismo de la permisividad —¡horror, horror!— habla de permisos y parámetros, como aquellos tiempos de la parametración.

¡Con tanta cosa grandiosa como hay para fijarse y quedarse en eso! No hay dudas, si el objeto determina la altura del autor y del crítico que lo consume, resulta entonces que el que critica a Gerardito lo reconoce como igual suyo. Se trata incluso del mismo apaleamiento al lobo en vez de “trasquilado” del cordero, pues el pobre Ichikawa no tiene un blog sino una ilusión de periódico. Quienes lo invitan a la televisión son iguales que él, y desear eso es desear ese mismo nivel de mediocridad.

Ichikawa, al menos, es respetable por el tipo de lenguaje que usa, no tanto por el para qué o cómo lo usa. Pero desear esa triste totalidad es intelectualmente depresivo; ese es sólo su porro, que ni siquiera es de verdad. El Director debería distenderse un poco, yo nunca defendí a Gerardito; me metí con él mismo —con estas cosas él sólo se pone en ridículo y evidencia—, porque antes él se metió en mis blogs destilando su racismo y su porquería. Más bien debería reconocer las distancias, y aprender a saltar cuando se lo pida el organillero. Estos monillos de hoy en día, como la servidumbre y las concubinas, están del cará.

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