google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: Primavera con frijoles negros

jueves, 19 de marzo de 2009

Primavera con frijoles negros

Se cumplen seis años de la Primavera Negra, las cárceles cubanas siguen repletas de presos políticos y la comunidad internacional, con la decorosa excepción de varias organizaciones de derechos humanos, Estados Unidos y poco más, continúa haciéndose de la vista gorda con relación a Cuba. Seguramente se habrán dado situaciones similares a lo largo de la historia, ya sea latinoamericana u occidental, pero es innegable que el espaldarazo internacional a la sucesión castrista, particularmente al ascenso de Raúl Castro como hombre fuerte en Cuba, es cuando menos digno de figurar en un manual de curiosidades políticas. Claro, si realmente fuera éste un mundo racional, o consecuente con su discurso. Lamentablemente, ocurre todo lo contrario.

Tuvieron una oportunidad histórica de apoyar al pueblo cubano –de darle voz a los sin voz-, pero la echaron por la borda. Todos se fueron con Raúl. Nunca se ha hecho tan patente la orfandad ética y/o política de la comunidad internacional, expresada en su respaldo casi unánime, o su silenciosa aquiescencia, a la sucesión cubana. En este sentido, cabe volver sobre una afirmación del ex presidente George W. Bush: “La lista de países que apoyan al pueblo cubano es demasiado corta, y las democracias ausentes de esa lista son demasiado notables”. El espaldarazo a la sucesión, transcurridos casi tres años de la muerte política de Fidel Castro, es sintomático. Salvo algunos casos aislados, poco o nada puede esperarse de las democracias establecidas, a las que en la práctica hay que identificar como sostenedoras del castrismo.

En lugar de asimilar las experiencias y consejos de países como Polonia, República Checa o Eslovaquia, cuyo pasado totalitario los habilitaba para entender en profundidad el problema cubano, la Unión Europea acabó dejándose llevar por los cantos de sirena del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Y ni hablar de la postura latinoamericana, con Lula, Calderón y Bachelet haciéndole el juego a la izquierda reaccionaria. Las consecuencias para la población de la Isla, como no podía ser de otra manera, están a la vista: la oposición sigue siendo acosada, los presos políticos continúan abarrotando las mazmorras castristas, la vieja guardia conservadora –la de los Machado Ventura, Ramiro Valdés y Casas Regueiro- cierra el primer anillo de poder y las “reformas” por tanto tiempo esperadas comienzan a parecerse a la última “reforma”: aquella en la que Fidel Castro puso en circulación miles de ollas arroceras tras enseñarle a las amas de casa criollas cómo hacer los frijoles negros.

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