por José Luis Sito
La purga que viene de desatarse bruscamente en las altas esferas de la dictadura cubana es algo curiosa. Curioso el golpe que se da a dos altos cargos simultáneamente, Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, y a todo un conjunto bastante elevado de cuadros. Curioso lo repentino. Curioso el momento. Curiosa la “reflexión” del Dictador Máximo sobre el asunto. Curiosa la no-reacción de Raúl Castro.
Puede uno preguntarse si el caso de estos dos altos cargos defenestrados en condiciones tan rápidas, tan sumarísimas y añadiendo el Dictador Máximo el calificativo de “indignos”, no constituye un caso aparte y completamente novedoso entre todas las purgas y reestructuraciones de medio siglo en la Isla. ¿No estaremos asistiendo al primer caso de sublevación interna contra el poder de los hermanos Castro?
Cuando Pérez Roque dice, como dijo en Moscú recientemente, que el fin del embargo puede convertir a Cuba en “el país más libre del planeta”, ¿está cometiendo un lapsus revelador o está diciendo en voz alta y sin precaución lo que está deseando o tramando? Hay que recordar que el puesto de canciller expone, como ocurrió con Robertico Robaina, a contactos con el enemigo y a posibilidades de doble juego.
Podríamos tener alguna sorpresa. Sobre todo si se tiene en cuenta que con el tiempo, y no pudiendo metérsele en la cárcel o matarlos como antes, los “disidentes de palacio”, los descontentos, los del pijama, los frustrados o indignados, aumentan en número y calidad, y están en las calles.