Corrían tiempos turbios en Blogndres. En medio de la vorágine de la blogocosa, investigando otros asuntos, Mr. Holmes y su fiel asistente Watson chocaron de frente, sin embargo, con un email enviado por el Agente Doble a la mayoría de sus otrora colaboradores:
“Mis muy estimados compinches:
“Cumplimos ya tres años de estrecha colaboración dentro de un par de semanas, y suman más de novecientos trabajos ejecutados por todos ustedes. Quiero agradecer, una vez más, su apoyo irrestricto y contarles que estoy terminando de filmar un documental con una selección de los mejores de esos trabajos. La cinta, concebida para ser estrenada en Cannes –o donde se nos permita, que tampoco se trata de ponerse a escoger-, estará dividida en capítulos antológicos; las pruebas de filmación que he visto hasta el momento son espectaculares. La edición del documental, por supuesto, llevará su tiempo, pero saldrá este año y todos ustedes, estimados compinches, recibirán un CD con la grabación”.
Inmediatamente el célebre detective inglés advirtió que el agente informaba a sus “compinches” sobre una decisión tomada sin consultarles, con la filmación de marras prácticamente consumada. Holmes, al cual no le gustaba dejar cabos sueltos, pidió entonces a su asistente y amigo, asiduo explorador de la blogosfera cubiche, que se informara sobre las implicaciones del caso, a lo cual se aprestó el Dr. Watson, deseoso de hacerse útil.
Hoy, en su acostumbrado almuerzo, Watson informó al detective que algunos de los destinatarios han manifestado su molestia por el evidente irrespeto de sus derechos y por la utilización de su trabajo sin que mediara una negociación o acuerdo respecto al interés de participar, pago de honorarios, distribución y fines para los cuales se estrenará la cinta.
Mr. Holmes, encendiendo su pipa, quedó pensativo. Aunque la información no añadía ningún dato nuevo en relación a dos casos adicionales que implicaban al mismo sujeto, y en los cuales se encontraba trabajando (”El caso de la Rutilante Princesa Hindú” y “El Caso de las Arcadas y las Espadas”), el investigador británico dio rienda suelta a su sobrenatural capacidad deductiva:
-¡Pero qué “cara de palo” tiene este Agente! Elemental, Watson, elemental…