XY. La libertad no es el improperio, amigo mío. No puede surgir nada extraordinario, menos bueno, de la difamación, de una cobardía que encuentra en una supuesta libertad el amparo. Y sin lugar a dudas con tu consentimiento, que es lo que no me gusta. Ninguna nota aclaratoria ni editorial te libra de responsabilidades. No se ampara al que ofende y difama: a no ser que uno crea en la difamación y la ofensa. Que te repito, nada tienen en común con la libertad.
Prefiero dejarlo dicho de esta manera personal, a fin de que valores que aquellas personas ofendidas pueden sentir amistad y afecto hacia ti, incluso más que el que amparas, que se protege en el anonimato.
XZ. Hermano, a mí también me ofenden, y mucho, en el blog, y, como comprenderás, yo no amparo, ni aplaudo, que me ofendan. La carretera no ampara que los carros choquen, simplemente está ahí para que los carros transiten: es responsabilidad de los conductores, no de la carretera, hacerlo adecuadamente. Pues es lo mismo con el blog. Por qué no modero ni censuro comentarios es algo que he explicado muchas veces: entre otras cosas, se trata de propiciar un acercamiento a lo que somos como sociedad cubana, por un lado, para reconocer también nuestra costado más oscuro y generar un debate útil a propósito; y, por el otro, propiciar un acercamiento a nuestra responsabilidad individual, que es premisa fundamental para sacarle lasca a la libertad. Esconder los problemas no los resuelve. La solución no puede ser barrer para debajo de la cama. Como decía el poeta, la libertad tiene un precio, y alto. Y hay que asumirlo de manera individual.
XY. No es buena la política del ojo por ojo, ni la filosofía del que permite una ofensa por haber sido ofendido. Gustas, amigo, de analogías un poco traídas por los pelos: si esto fuera una carretera estarías preso por consentir que los conductores infringieran las normas civilizadas, de las que a menudo se habla en tu blog. Tampoco creo que nuestros blogs sean representativos de algo tan abarcador como puede ser nuestra sociedad. Lo digo sin faltar ni un mínimo a lo que pueda representar para nosotros, ojo.
Ahora bien, lo que intento hacerte ver, es más sencillo: ninguna ofensa a un amigo, o enemigo, vale más que el respeto que hacia él se tenga. El encargado de discernir entre la crítica, por dura que sea, y la ofensa o, como es el caso, la difamación, eres únicamente tú. Y a ti te pedirán cuentas dado el caso, como es lógico. Nadie crea un espacio para amparar lo peor que podamos ser como sociedad, a no ser que uno, insisto, quiera ser parte de ello. Por otra parte, ¿cómo se tiene la certeza de tu honestidad en tales bretes? ¿Cómo sabrá discernir el lector entre anónimos? Yo creo que ante tal posibilidad dejaría las cosas claras: Todo el que ofenda o difame, será eliminado.
XZ. Insisto, no creo un espacio para “amparar”. Ni amparo ni me agrada que se ofenda a la gente. Pero saber comportarse es trabajo de cada cual, no mío. La gente tiene que asumir sus responsabilidades y hacer su trabajo, ya basta de paternalismo y Gran Hermano. Lo que distingue a este blog, en todo caso, es que todos aquí tienen la garantía de que sus réplicas no van a ser censuradas. En cambio, proliferan por todas partes los espacios donde se permiten unas ofensas y se censuran otras, en dependencia de quién las profiere o hacia quién van dirigidas. A los cubanos nos encanta decidir por los demás, e imponer nuestros criterios. Pero a mí no. Este blog es la carretera, que es imparcial. Todo depende de la responsabilidad de los conductores. ¿Que alguien puede suponer que yo estoy detrás de algún comentario? Es parte del precio de que te hablaba anteriormente. Todo eso lo asumo, y de por sí ya me ha traído incomprensiones. Todo en esta vida tiene un precio.
XY. Mi hermano, prometo no meterme donde no me llaman, no es mi intención. Intenté decirte algo que creo sabes. En realidad noto que le das mucha importancia a lo del blog. Yo te decía todo lo contrario, que un hombre tiene pocas cosas por las que ser: la dignidad, el honor, la amistad... Ellos son manchados y lo permites, porque digas lo que digas lo permites en espera de una supuesta responsabilidad civil que, entre otras, no existe, ni falta hace en estos casos. O en nombre de lo que sea, lo permites, lo amparas: si te interesara entonces, sencillamente, cambiaras eso que llamas política editorial. Sopesa, creo más en ti que en tu blog. Y espero siempre me resulte así.
No será bueno, en cualquier caso, ser distinguido por coleccionar insultos, difamaciones a amigos, hombres valientes o poetas que han marcado pautas. No será una derrota eliminar aquello que atenta contra la integridad de los que valen, más bien todo lo contrario.
XZ. Hermano, tengo varios amigos, bastantes, que siguen siendo mis amigos a pesar de que un anónimo injurioso, y que por eso mismo queda descartado como referencia, los haya insultado en una sección de comentarios de mi blog. Sin ir más lejos, creo que tú mismo has sido atacado en él, ¿no? ¿Me has retirado tu amistad por eso? Yo mismo, en lo que va de mes, he sido insultado en los blogs de dos amigos (y son sólo los que me vienen a la mente ahora mismo), y les sigo guardando idéntica consideración y amistad. La amistad debe estar por encima del veneno, o las tonterías, de terceros. La gente adulta tiene que saber discernir entre la buena fe de alguien, aunque sea debatible su posición, y las malas intenciones de terceros.
No le doy tanta importancia a mi blog, sino a la libertad, a una cierta filosofía de vida que me parece muy necesaria en el ámbito autoritario cubano.
XY. Yo creo que lo que sucede es que no lo estás entendiendo: por ejemplo, no es que sigas teniéndonos como amigos, es que no vale la pena perder ninguna amistad, o que en el blog de uno se insulte a ellos, los amigos. Mejor para ti si tienes cien, mil, o los que tengas, lo que creo es que estos merecen respeto, el de todos. Yo creo que lo que tendrías que hacer es pensar, y eliminar los insultos.
XZ. Ya te digo, hermano, no compartimos premisa en este tema particular, pero eso es lo bueno de las sociedades abiertas, que tenemos la opción de ventilar nuestras diferencias civilizadamente. Tontos los anónimos que siguen recurriendo al insulto para intentar imponerse.