Estimado señor director de Cuba Inglesa:
Mi nombre es Mary. Mary Scott. Y si mal no recuerda, represento a las cuatro familias (dos se fueron) procedentes de Inglaterra y la Isla de Man que viven en el islote de Vindobona junto con los autodenominados "novosongoleses".
Hace algún tiempo le manifesté mi protesta porque su respetable medio ofrecía plataforma a mis vecinos.
Ellos, aquejados del delirio que crea monstruos, llaman "Nuevo Songo del Norte" al pequeño islote de Vindobona, donde tenemos que convivir a la fuerza debido al reducido espacio que malamente compartimos.
En esta oportunidad no protesto: permítame manifestarle mi preocupación.
Aunque ellos me llamen "líder separatista" y consideren el área que ocupamos como "provincia rebelde" y "territorio en reclamación" --al que incluso han bautizado como "Bajo Songo"-- no puedo dejar de estar muy preocupada por las cosas tan extrañas que están sucediendo a mi alrededor.
Y no es el martillero ensordecedor ni los gritos, los alaridos de las despedidas, ni los himnos ni las marcha ni las arengas lo que me preocupa. Es algo peor.
Señor director, he tenido que echarle mano a mi viejo y oxidado español para comunicarme con mis vecinos y con usted, pero el diálogo con ellos es de sordos.
No entiendo muy bien por qué, pero ellos dicen que van "a la guerra", que van a pelear contra un enemigo llamado Anonimón de Alejandría Punto Con, y se están haciendo a la mar en balsas rudimentarias.
Lo que me preocupa es que todos los hombres se están marchando a un lugar incierto, a "la tierra de la leona con pechos de mujer", en esas embarcaciones de madera confeccionadas con prisa.
En el islote sólo han dejado a mujeres y niños y lo que ellos llaman "Consejo de Ancianos", que se ha hecho cargo de lo que denominan "gobierno interino".
Se hacen a la mar bajo la mirada altiva de esa supuesta "reina" que pierde la calma cada vez que escucha la palabra Meneito.
Los arenga un tal "ministro de Defensa", el cual habla de cosas muy raras referentes a la Guerra de Troya, a Ulises, a no sé cual Centauro, a los antiguos Dardanelos, a la "Nueva Ítaca".
Dice que el Casus belli fue una ofensa a la monarca.
A las mujeres que despiden a los hombres en la costa se les pide que entrenen a los niños como verdaderos espartanos. Y que tejan. Que tejan y destejan "con la urdimbre de los sueños". Yo diría que de la locura.
A dónde van no se sabe. Qué les aguarda en esa mar infectado de peligros, tampoco.
Como quiera que mire son mis vecinos y compartimos un pequeño espacio vital. Si en alguna pelea se involucran, con hombres, con dioses, con demonios, el mal también recaerá sobre nosotros.
Nuestros destinos en Vindobona están unidos. Y yo, señor director, no puedo menos que pedirle en esta carta, si no es mucho, su intercesión, y manifestarle, si no es abuso, mi preocupación.
Posdata: Sé que usted se comunica con Victorio Elisabeto. Él ahora se dice corresponsal de guerra…