Como muchos de ustedes conocen, Cuba Inglesa abrió durante aproximadamente dos días -–tampoco se trataba de empalagar con el tema— una encuesta enfocada en esclarecer la pertinencia de una sección de comentarios sin moderación, completamente abierta, como la habilitada en este espacio. Los resultados están a la vista en la esquina superior derecha de la página principal de este blog. Un 70% de los encuestados votó a favor de mantener dicha sección sin censura o moderación, como lo está actualmente, mientras que un 29% se inclinó por la opción de clausurarla.
Una tercera opción, la de moderar comentarios, no estaba contemplada. Además de que no creemos en ella -–decidir por los demás es algo que no nos provoca la menor satisfacción—, no contábamos, ni contamos, con el tiempo disponible para implementarla. Andar a la caza de intervenciones superfluas o improcedentes, tener que decidir cuáles lo son y cuáles no en entradas que muchas veces superan los cien comentarios, es algo que va más allá de nuestras posibilidades reales.
Mi teoría, y me consta que no soy un caso aislado, y el 70% de los votos en la encuesta así lo demuestra, es que en la blogosfera cubana una sección de comentarios abierta, sin moderación, es de interés general. I. Teodoro se refería a ello: “El valor de Cuba Inglesa está justo en eso, en el poder y la capacidad de mostrar la realidad, porque aquí se sabe la verdad, y es gracias a los comentarios anónimos”. Se podría hablar largo y tendido sobre este interés general, sobre las razones y condiciones que lo sustentan, y de hecho se ha hablado. En cualquier caso, precisamente, para eso está la sección de comentarios. Para debatir a camisa quitada sobre este y otros apartados.
Como decía en un comentario anterior, es normal que cada cierto tiempo las acumulaciones de naturaleza tendenciosa, o malintencionada -–en la sección de comentarios básicamente—, den lugar a aclaraciones. Precisamente, esta encuesta ha sido una aclaración. Este es un blog --como han expresado muchos comentaristas a lo largo del tiempo, y este propio editor— con vocación pública, que toma en cuenta la opinión de sus lectores y colaboradores. Y ustedes han decidido. Sólo resta pedir que quienes insisten en remover cierta basura se abstengan de hacerlo, que quienes nos tropezamos con ella nos abstengamos de darle cordel.
La libertad implica responsabilidad. La responsabilidad es individual, está en cada uno de nosotros, latente en nuestras decisiones y acciones, no tiene por qué quedar en manos de un “infalible” policía del pensamiento que en la inmensa mayoría de los casos, y a veces sin siquiera proponérselo conscientemente, termina convertido en un manipulador. Gracias por su paciencia.
Imagen cortesía de Cubaleah