por Ignacio T. Granados
Este es el título de un artículo publicado por Manny García Tuñón en la sección Negocios de El Nuevo Herald el lunes 16 de noviembre. En este artículo, García anota los peligros de ignorar las señales de un mal negocio; que no sólo puede resultar en una pérdida económica, sino también de tiempo y energía, así como daño en las relaciones que le ha tomado trabajo establecer. De entre las muchas señas que da García, resalta la reflexión final. Un refrán que reza que “con buenas personas no hay malos negocios, y no hay buenos negocios con malas personas”.
Para llegar ahí, ha descrito antes clientes que no quieren pagar por un producto o un servicio; también los que son renuentes a establecer algún compromiso real, basado en la confianza. En fin, aclara por qué es importante el respeto y la equidad en cualquier relación, y por qué deben ponerse límites a tiempo; porque, concluye, si esos rasgos están presentes, es seguro que está lidiando con un cliente potencial que vale la pena.
La decisión de involucrarse o no con otras personas en un proyecto, va más allá entonces de lo atractivo que sea su producto o su servicio; tiene que ver con la factibilidad real de concretarlo, basado en una relación correcta, con intereses más o menos afines y complementarios, pero sobre todo claros. No en balde el capitalismo tiene los problemas que tiene, cuando la imagen desplazó a lo real en los valores; porque con los intereses tan mezclados, son sin dudas la arrogancia y la manipulación los que determinan el curso de un proyecto; que así puede dirigirse él solito al despeñadero, porque es la vida la que tiene siempre la razón y no la idea que se tenga sobre ella.