por José Luis Sito
Alrededor de Cuba se extiende un mar conocido por todas las agencias de viaje y por todos los turistas en busca de sol, ocio y placer. La isla de Cuba aparece en las imágenes publicitarias vendedoras de paraísos tropicales como un lugar idílico poblado por la salsa y el erotismo. Todos pretenden ignorar que el mar Caribe que la rodea es un charco de sangre.
Más de 20.000 seres humanos, hombres, mujeres y niños, han muerto intentando escapar por mar del paraíso cubano bajo las estrellas. Miles murieron en las guerras “internacionalistas”, esas que el propietario de la Isla supuestamente hizo en nombre de la paz socialista y por el bien de la humanidad. Decenas de miles de cubanos murieron resistiendo a la esclavitud que finalmente les adosó el dictador. Centenares de miles se desangraron durante decenios encerrados en calabozos inhumanos donde la tortura es cotidiana. La cifra de suicidios es desconocida, asunto secreto del régimen porque revelaría la espantosa desesperanza de todos. Las cifras de los muertos por enfermedades debidas a la malnutrición, o por falta de asistencia médica, o por violencia social, son igualmente escondidas, porque dirían la verdad sobre esa postal revolucionaria sonriente y soleada, cubierta de palmeras.
Cuba es una isla cubierta de sangre. No hay nada de extraño en esto. Todo comenzó con el engaño, la coacción, la violencia. Era inevitable que todo terminara ensangrentado. Los autoproclamados comandantes prometían entonces una continuación feliz e ininterrumpida… ahora ya no prometen nada. Matan menos, son viejos, están cansados de tantas mentiras y de tanta sangre derramada y, sobre todo, de ser ahora tan odiados cuando fueron ayer queridos y deseados.
Cuando todos estos viejos criminales hayan desaparecido, los hijos putativos no prometerán nada. Explicarán que las cosas son así, fatalmente, y comenzarán a derramar la sangre de nuevo, para no perder la herencia. A su alrededor tienen amigos que los ayudarán, en Brasil, Venezuela, Bolivia, Rusia, Irán, pero también podrán contar con el apoyo de los enemigos que les temen y con quienes hacen negocios, como España. La sangre seguirá siendo derramada en silencio, en la oscuridad. Protegida por el manto de la falsificación y de la mentira, aprendido en las oscuras oficinas del partido único.
Estos jóvenes herederos, ¿hasta dónde llegarán? Probablemente hasta el fin, hasta las últimas consecuencias. Desangrarán todo de nuevo. Hasta la muerte siempre.