jueves, 4 de marzo de 2010
Elogio de Pedro Portal, el adelantado
por Ignacio T. Granados
Respecto a Cuba, y todos lo sabemos, todo es un antes y un después. 1959 fue como cuando Dios parte las aguas para que pase el pueblo judío. Como en una parodia de esperpento, el quiebre de ese año dio a luz al pueblo jodío, no al judío; y todo lo que surgió en esa era imaginaria tiene el sino trágico de su radicalidad.
A partir de ese año se borraron los tonos medios y quedaron los primarios; el ser humano se redujo a sus dos posibilidades básicas, desaparecida la saludable retroalimentación que depende de la generosidad inteligente. Nunca antes la realidad exigió tanto de nadie, y probablemente nunca después ocurra de ese modo: exigió ser puro, de un lado o del otro, hablar o ripostar, ser voz o eco; negó la sana interpretación, y en una época en que la reproducción es incluso mecánica. Es por eso que Pedro Portal se hace importante, como todo inaugurador; y un adelantado que por causa natural de su trabajo puede coleccionar la esfinge de los íconos, descubriendo en ello la veta feliz.
A Pedro Portal le ha valido tanto su trabajo que no ha necesitado conocer al “alguien” para expandirse. Por eso, podremos no estar de acuerdo con cosas suyas, pero si alguien estableció una galería de íconos ese fue él. Recién Tumiami Blog publicó una foto suya con Bobby Carcasés, en la que cada uno blande su instrumento, y, ¿quién puede hacer eso, no sólo registrar a los que están sino, incluso, esperar a los que llegan y exhibirlos? Además, figurar con ellos de igual a igual, cada uno con el instrumento que lo justifica en vida.
Es ante esa foto que uno se da cuenta de que no hay valor como el de la originalidad, o el adelantamiento; porque la fuerza no nace de una simple ansiedad —que es un capricho— sino de una naturaleza, y es entonces un carácter que te realiza con el placer simple de simplemente trabajar.
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