por Bella del Mar
Durante muchos años busqué la playa. Ocasionalmente, siempre que me lo permitían las circunstancias –el trabajo, la familia, la cotidianeidad, la vida—, llegaba a la playa. El mar, el sol, la arena, la brisa, el olor del mar, la sal en los labios, la hedónica potestad de los cuerpos desnudos. La espuma en la piel, el beso de las olas. Los niños jugando. Los niños.
Durante muchos años busqué la playa en busca, no lo sabía entonces, de mi niñez. La niñez de la playa, la playa de la niñez, en el recuerdo la transparencia del agua, la arena blanquísima y caliente. Busqué y encontré, porque a fin de cuentas toda búsqueda constituye un aprendizaje. Busqué y encontré a la niña de vuelta, los pasos ágiles, la pupila interrogante. Todos deberíamos saberlo: encontrar a la niña es regresar definitivamente a La Playa. Yo he regresado.
Ahora, en invierno, la playa conserva su esplendor en la distancia. Es el horizonte, la línea extendida del horizonte como promesa de conquista y fuente de esparcimiento. Pues aunque la arena no se pose en tus hombros, pues aunque el sol no caliente tu rostro, pues aunque el agua no bañe tu cuerpo, la playa persiste, enamora, inspira, erotiza.
Bella del Mar. La niña en la arena. Una mujer nunca debe dejar de ser, al menos en el recuerdo, la niña que fue.
Nota del Editor: Colaboración expresamente enviada por Bella del Mar en homenaje a este Día de la Mujer. Felicidades a todas.