
La Carta de los 74. La Carta de los 74. La Carta de los 74. Usted puede repetirlo muchas veces y descubrir casi sin asombro, mecánicamente, que está haciendo una suerte de eco cuya melopea beneficia en exclusiva… a la dictadura castrista.
En mi caso particular, no estoy a favor ni en contra de la susodicha misiva, sino todo lo contrario. En momentos en que el régimen se contorsiona entre la espada y la pared, entre la crisis socioeconómica interna y la presión internacional desatada por la valiente actuación de la disidencia (Orlando Zapata, Guillermo Fariñas, las Damas de Blanco…), resulta que reaparece con virulencia, dividiendo a la oposición dentro y fuera de Cuba, el viejo debate sobre la pertinencia del embargo. Eso es lo que jode un poco de la carta, o al menos lo que le jode a alguna gente que conozco, y entre la que me incluyo. Que con la dictadura contra las cuerdas, retornemos una vez más a la controversia de suma cero que por tanto tiempo ha ocupado al anticastrismo –yo mismo, años atrás, participé activamente en ella.
Por supuesto que eso es la democracia, la libertad, entre otras muchas cosas: discusión, debate, polémica, posiciones encontradas. Nada que objetar en ese sentido. Sencillamente, lo que me pasa es que no puedo congratularme por el hecho de que una vez más, en el momento menos adecuado, con el barco del régimen haciendo aguas, la división y el enfrentamiento entre demócratas le echen una mano –indirecta, involuntaria, pero mano al fin— al castrismo. Qué carta más inoportuna.