El periodista –digamos— de la Mesa Redonda, Randy, una especie de mayordomo televisivo del anciano verborrágico, asiente, acompaña, subraya, sonríe. Incluso cuando Fidel Castro afirma monumentales disparates. Como cuando vaticina no una sino dos guerras nucleares y por efecto dominó: la primera, contra Irán, y acto seguido otra, contra ese idílico régimen de Corea del Norte que tanto le gusta. Se suponía que sobre este asunto Fidel se había equivocado y rectificado, pero después de unos minutos su ego no supera la prueba y reitera el pronóstico nuclear de su última y frondosa Reflexión: habrá doble guerra nuclear. Y Randy, el sirviente de la Mesa Redonda, secunda con monosílabos afelpados estos delirios de su amo.
Pablo Díaz de Brito