“En vez de en las arterias y avenidas de los rascacielos y esa isla donde Walt Whitman preñó con sus versos a una Manhattan luminosa, Orlando Ferrand, el autor de Citywalker, ha penetrado en las arterias que van al corazón de las personas que la habitan, como seres vistos ante un foco que los retrata y coleando, porque también padecen el insomnio de asumir el tiempo inalcanzable que esta ciudad ofrece instantánea al que la padece porque allí vive, y al forastero”.
Juan Carlos Recio sobre Citywalker