De vez en cuando es bueno refrescar editoriales, sobre todo cuando tocan ciertas esencias –en nuestro caso, la esencia de este blog— o coinciden con debates de actualidad. Decíamos hace un tiempo aquí:
Cuba Inglesa se ha caracterizado por ofrecer un espacio de debate e interacción absolutamente abierto, inclusivo. En su sección de comentarios, o foro público, como la mayoría de ustedes conoce, se han suscitado controversias candentes, que en ocasiones han derivado hacia el ataque personal y el exabrupto, por no decir el infundio y la irresponsabilidad más chapuceros. Incluso a los detractores más furibundos de esta página se les ha respetado la voz (¡incluso a los trolls!), y vaya que se han aprovechado, escatológicamente hablando, de esa posibilidad. Este modo crispado de hacer e interactuar, por desgracia, forma parte de una cultura sociopolítica que nos acompaña, a los cubanos, desde siempre.
Así, las derivaciones hacia lo grotesco en el foro las hemos visto, y seguiremos viendo, como un mal menor. No menor por relativizarlas, claro está, sino en el sentido de que hemos debido atravesarlas, o tolerarlas, en función de garantizar la más absoluta transparencia en el debate, y en atención a una verdad de Perogrullo: es preciso reconocer el problema, desnudarlo, para buscarle raíz y solución. Nada que se mantenga a la sombra o a nivel de comentario de pasillo, nada de lo que se habla pero “no se debe hablar”, por muy desagradable que resulte, es a posteriori saludable, ni encuentra reforma, ni mejoramiento, ni antídoto. El secretismo alimenta la doble moral y sirve de plataforma a quienes se valen de la ingenuidad o el desconocimiento de sus víctimas para manipular impunemente.
Sabemos que hay personas que por su brutalidad, prepotencia o desprecio hacia los demás se han ganado –minuciosamente— la animadversión de una mayoría. Pero esta circunstancia no justifica que nos abandonemos a nuestros más bajos instintos. Rogamos más sensatez en las reacciones, sin que ello suponga “pasarle la mano” a nadie. Creemos que los ataques a terceras personas al margen, los infundios con nombre y apellidos, la crispación malhablada, sobran. No estamos exigiendo, estamos aspirando, puesto que cada cual es responsable de sus propios actos. Pedimos, sencillamente, que impere la cordura.
La libertad implica responsabilidad. Pero la responsabilidad es individual, está en cada uno de nosotros, latente en nuestras decisiones y acciones, no tiene por qué quedar en manos de un “infalible” policía del pensamiento que en la inmensa mayoría de los casos, y a veces sin siquiera proponérselo conscientemente, termina convertido en un manipulador. No nos engañemos: como blogueros, sólo contamos con un modo de garantizar absoluta transparencia, y neutralidad editorial, en el debate: absteniéndonos de censurar en un sentido u otro. Y esto vale doblemente para un blog como Cuba Inglesa, con la dificultad añadida de que sus posts muchas veces acumulan decenas, cuando no centenares, de comentarios, con lo que la labor de moderarlo sería de miniaturista.
Retomamos, para terminar, un comentario nuestro de hace unos días. Es hora de agradecer públicamente a los tantos amigos y colegas que han sido atacados en este blog, ofendidos, de los que se han escrito barbaridades, y falsedades, anónimamente, y sin embargo han continuado con nosotros. Ellos han comprendido de qué va Cuba Inglesa, lo que proponemos en última instancia. En mi caso particular, tengo que agradecer que la mayoría ha entendido que no es censurando comentarios en su contra como mejor los apoyo o les muestro mi aprecio. Resulta complicado asimilar algo así, lo sé, sobre todo en una cultura como la nuestra. Pero todos ellos han sido atacados sin piedad aquí, y todos hemos seguido adelante. Es un privilegio y, una vez más, mi agradecimiento.
A veces damos las cosas por sentadas, sin comprender que es necesario comunicarlas. La amistad es también --no sólo el amor— flujo de información. Gracias por su paciencia.