google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: La Cosa Nostra y el modelo cubano (I)

jueves, 9 de septiembre de 2010

La Cosa Nostra y el modelo cubano (I)

por Roberto Lozano

Que Fidel Castro reconozca que el modelo cubano “no funciona” quizás sea un paso positivo. Ello puede indicar que el régimen totalitario estaría dispuesto a continuar profundizando el camino de la reforma, para hacer que el modelo funcione un poco mejor. Sin embargo, durante su encuentro con Julia Sweig y Jeffrey Goldberg, Fidel Castro no aclara qué variables considera como indicadores de esa funcionalidad.

Lo cierto es que el modelo de capitalismo de Estado monopólico cubano ha funcionado bastante eficientemente como instrumento de enriquecimiento para una nomenclatura cuyos privilegios se nutren de la extracción de la renta a la que acceden --como si fueran los legítimos dueños de la propiedad-- gracias a la imposición de una de las tasas de compensación salarial más miserables del mundo occidental, ni siquiera comparable a la de aquellos países donde impera el llamado “capitalismo salvaje”. Ese es un aspecto del modelo cubano que seguramente no desearían modificar aquellos que, como Fidel Castro, son sus principales beneficiarios.

Por otro lado, la incapacidad innata de ese modelo de capitalismo de Estado disfuncional y burocrático para generar riqueza colectiva, en términos del crecimiento del ingreso por habitante, significa que el creciente nivel de depauperación de la clase asalariada y el deterioro físico de la infraestructura y del parque industrial debido a la insuficiencia de la inversión para cubrir siquiera la parte correspondiente a la depreciación, requiere que la nomenclatura tenga que utilizar varios cientos de millones de sus “reservas” en divisas anualmente (una especie de subsidio interno) en mantener un nivel de subsistencia y de reproducción mínimas. De ahí que el modelo ya no “funcione para nosotros” –como afirma Fidel Castro--, y necesite ser reformado.

El modelo ha “funcionado” siempre al borde del colapso financiero, pero ha logrado evadir la bancarrota gracias al milagro de los inmensos subsidios exteriores, primero de la Unión Soviética y ahora de Venezuela. También a su capacidad de pedir constantemente prestado al resto del mundo sin que importase su historial de pago, a la heredada capacidad productiva del régimen anterior, los ingresos del turismo y las remesas de los exiliados, todo ello sin poner en peligro la renta acumulada. El modelo marchaba viento en popa mientras otras entidades cargaban con el peso financiero de su mantenimiento. Pero la acumulación de “décadas revolucionarias” ha sido implacable en cuanto al deterioro de la capacidad productiva y la merma de la capacidad del régimen para continuar pidiendo prestado, y las remesas, el turismo y el subsidio venezolano son insuficientes para garantizar la reproducción del modelo sin que puedan evitarse las desagradables extracciones a la renta acumulada durante cinco décadas. Cuando el modelo empieza a afectar la economía de la Cosa Nostra, entonces se convierte en un problema.

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