por Roberto Lozano
Ahora mismo, un paliativo financiero para la nomenclatura castrista vendría de la mano de aquellas reformas estructurales que restauren cierta capacidad de maniobra para las fuerzas productivas en Cuba, o un mínimo nivel de libertad económica en la base para incentivar el trabajo y el ahorro que permitan la subsistencia con independencia del Estado. Tales medidas aumentarían la capacidad de auto-sostenibilidad del sistema económico, expandiendo el efecto sanitario del subsidio externo, de las remesas y del turismo, y por tanto disminuyendo los dolorosos recortes a la extracción de la renta, tan necesarios para mantener la capacidad productiva de los asalariados.
Queda claro, en vista de la experiencia de otras economías que han pasado por experiencias similares, que el único camino para restaurar un nivel de sostenibilidad económica aceptable para la Cosa Nostra castrista es la vía del corporativismo al estilo chino o vietnamita, esto es, la simbiosis de un sistema político totalitario con la continuación de una economía de capitalismo de Estado que renuncia a su monopolio de la propiedad y se apoya en mecanismos de mercado para decidir la composición de la producción agrícola y de bienes de consumo, pero que mantiene la gran industria o las “alturas dominantes de la economía” bajo control estatal. Lo anterior, unido a una mayor apertura en cuanto a la inversión extranjera y la expansión del trabajo por cuenta propia, puede ir liberando paulatinamente la carga del Estado en lo que atañe a la manutención de la población. Ello podría llevar a la sustitución de mecanismos de control directos por mecanismos de control indirectos, a través de la política fiscal.
De todas formas, estas reformas van a irse implementando gradualmente, sin que lleguen a alterar el principio básico del capitalismo de Estado cubano: su dependencia, para la extracción de la renta, de la explotación del trabajo asalariado en la industria y la agricultura, y el mantenimiento de la inmensa mayoría de los cubanos desposeídos en una situación de dependencia económica que les impida el reclamo de sus derechos políticos. Como consecuencia, la Cosa Nostra lograría estabilizar de nuevo su proceso de acumulación de capital, haciendo que el modelo retorne a un nivel de funcionalidad aceptable para su sostenimiento.
Ahora mismo, un paliativo financiero para la nomenclatura castrista vendría de la mano de aquellas reformas estructurales que restauren cierta capacidad de maniobra para las fuerzas productivas en Cuba, o un mínimo nivel de libertad económica en la base para incentivar el trabajo y el ahorro que permitan la subsistencia con independencia del Estado. Tales medidas aumentarían la capacidad de auto-sostenibilidad del sistema económico, expandiendo el efecto sanitario del subsidio externo, de las remesas y del turismo, y por tanto disminuyendo los dolorosos recortes a la extracción de la renta, tan necesarios para mantener la capacidad productiva de los asalariados.
Queda claro, en vista de la experiencia de otras economías que han pasado por experiencias similares, que el único camino para restaurar un nivel de sostenibilidad económica aceptable para la Cosa Nostra castrista es la vía del corporativismo al estilo chino o vietnamita, esto es, la simbiosis de un sistema político totalitario con la continuación de una economía de capitalismo de Estado que renuncia a su monopolio de la propiedad y se apoya en mecanismos de mercado para decidir la composición de la producción agrícola y de bienes de consumo, pero que mantiene la gran industria o las “alturas dominantes de la economía” bajo control estatal. Lo anterior, unido a una mayor apertura en cuanto a la inversión extranjera y la expansión del trabajo por cuenta propia, puede ir liberando paulatinamente la carga del Estado en lo que atañe a la manutención de la población. Ello podría llevar a la sustitución de mecanismos de control directos por mecanismos de control indirectos, a través de la política fiscal.
De todas formas, estas reformas van a irse implementando gradualmente, sin que lleguen a alterar el principio básico del capitalismo de Estado cubano: su dependencia, para la extracción de la renta, de la explotación del trabajo asalariado en la industria y la agricultura, y el mantenimiento de la inmensa mayoría de los cubanos desposeídos en una situación de dependencia económica que les impida el reclamo de sus derechos políticos. Como consecuencia, la Cosa Nostra lograría estabilizar de nuevo su proceso de acumulación de capital, haciendo que el modelo retorne a un nivel de funcionalidad aceptable para su sostenimiento.