La imaginación en Erótica es netamente creativa, porque su respiración viene de una genética de naturaleza híbrida. Lo que sucede —en el caso del proceso dictatorial de más de cincuenta años en Cuba— es que la imaginación del isleñis cubichi no ha estado propiamente en sincronía con la realidad corporal que le ha rodeado, y por ello surgió el desfase y se creó el Espejismo. En este caso, el Espejismo no es el islote de Thamacun-Cumberland-Erótica, sino la isla física de Cuba, donde el absurdo y el surrealismo no son creativos, sino fantasmagóricos y aberrantes. De lo que se puede inferir que la presunta descabellada fábula del islote Erótica es más real y humana que la Isla de los Castro.
En otro orden de cosas, a las nuevas generaciones de jóvenes cubanos no les ha interesado ni les interesa el nacionalismo, ni la adoración a las banderas. Porque la patria, en realidad, es la vida --ese sentido profundo y natural de la libertad—, los seres queridos y el entorno que más nos hayan gratificado [ver el capítulo Crónicas de Thamacun (VIII), p. 60].
Erótica, la novela, se convierte así, desde este presente, en un documento esencial de una nueva forma de pensar, que es como decir de proyectarse y actuar en su entorno, como prefigurando un futuro bien cercano. El Narrador Extraño nos lo hace saber en el capítulo Una construcción inconcebible, siempre en su apariencia de historia absurda, plena de lenguaje socarrón, pero en el que sobran las ideas serias. He aquí entonces por qué Erótica es un islote invisible:
Erótica existía, ciertamente, pero en otra dimensión. Y esa otra dimensión nada tenía que ver con la astrofísica: existía en la memoria de los hombres, pues la realidad no era otra cosa que recuerdo incesantemente recreado.
Pero nadie estaba seguro de nada.
Otro asunto más es que hablamos del Narrador Extraño y no acabamos de decir cómo y por qué es extraño. Pues bien, su rareza está dada porque hoy en día se emplea muy poco un narrador omnisciente, y éste lo es. Quizás a una persona que haga una lectura ligera de esta narración le pueda parecer un narrador retórico, impropio o intempestivo. Pero por el contrario, resulta un narrador renovador, un narrador para una nueva omnisciencia que tiene mucho que ver con la universalidad de la información por Internet (siempre que se haga una justa selección de esa información, en aras del conocimiento).
En otro sentido, la naturaleza omnisciente de este narrador, su rareza, se ilumina mediante la seriedad con que se trata este mundo de Erótica, aparentemente irracional, contradictorio, más que iconoclasta, rebelde, de un islote realmente invisible, que no es otra cosa que “memoria”, “recuerdo incesantemente recreado”. Ese poder de imaginar un universo paralelo al modo de un discurso lógico (inteligencia de la verosimilitud) que usa el camuflaje de lo irracional como salido de la contradictoria mente de los cumberlanos.
En otro orden de cosas, a las nuevas generaciones de jóvenes cubanos no les ha interesado ni les interesa el nacionalismo, ni la adoración a las banderas. Porque la patria, en realidad, es la vida --ese sentido profundo y natural de la libertad—, los seres queridos y el entorno que más nos hayan gratificado [ver el capítulo Crónicas de Thamacun (VIII), p. 60].
Erótica, la novela, se convierte así, desde este presente, en un documento esencial de una nueva forma de pensar, que es como decir de proyectarse y actuar en su entorno, como prefigurando un futuro bien cercano. El Narrador Extraño nos lo hace saber en el capítulo Una construcción inconcebible, siempre en su apariencia de historia absurda, plena de lenguaje socarrón, pero en el que sobran las ideas serias. He aquí entonces por qué Erótica es un islote invisible:
Erótica existía, ciertamente, pero en otra dimensión. Y esa otra dimensión nada tenía que ver con la astrofísica: existía en la memoria de los hombres, pues la realidad no era otra cosa que recuerdo incesantemente recreado.
Pero nadie estaba seguro de nada.
Otro asunto más es que hablamos del Narrador Extraño y no acabamos de decir cómo y por qué es extraño. Pues bien, su rareza está dada porque hoy en día se emplea muy poco un narrador omnisciente, y éste lo es. Quizás a una persona que haga una lectura ligera de esta narración le pueda parecer un narrador retórico, impropio o intempestivo. Pero por el contrario, resulta un narrador renovador, un narrador para una nueva omnisciencia que tiene mucho que ver con la universalidad de la información por Internet (siempre que se haga una justa selección de esa información, en aras del conocimiento).
En otro sentido, la naturaleza omnisciente de este narrador, su rareza, se ilumina mediante la seriedad con que se trata este mundo de Erótica, aparentemente irracional, contradictorio, más que iconoclasta, rebelde, de un islote realmente invisible, que no es otra cosa que “memoria”, “recuerdo incesantemente recreado”. Ese poder de imaginar un universo paralelo al modo de un discurso lógico (inteligencia de la verosimilitud) que usa el camuflaje de lo irracional como salido de la contradictoria mente de los cumberlanos.