Muy certero Montaner, como es habitual, diseccionando el intervencionismo, o imperialismo cubano, esta vez. En este caso, la conferencia está centrada en la figura de Castro, pero el autor de Viaje al corazón de Cuba sabe apuntar también a la base sociocultural, o sicológica, a partir de la cual el Gran Payaso pudo construir su imperio egomaniaco.
Ese intervencionismo podría llamarse también, o constituir un derivado del, “pretencionismo” cubano, que a mi modo de ver ha sido una de las razones fundamentales de que Cuba no haya podido cuajar como nación, o como Estado (según se vea). Apuesto incluso a que ese pretencionismo, atravesado como una espina en la garganta del ser hedónico que en no menor medida es el cubano, ha sobre-potenciado la esquizofrenia nacional. El cubano constantemente “se cree cosas”, se da una importancia desmedida, se toma tan en serio y se asume con tal gravedad que uno no puede menos que reírse. Y esto, a pesar de su íntima naturaleza hedónica, le impide ser y vivir a plenitud.
Ese intervencionismo podría llamarse también, o constituir un derivado del, “pretencionismo” cubano, que a mi modo de ver ha sido una de las razones fundamentales de que Cuba no haya podido cuajar como nación, o como Estado (según se vea). Apuesto incluso a que ese pretencionismo, atravesado como una espina en la garganta del ser hedónico que en no menor medida es el cubano, ha sobre-potenciado la esquizofrenia nacional. El cubano constantemente “se cree cosas”, se da una importancia desmedida, se toma tan en serio y se asume con tal gravedad que uno no puede menos que reírse. Y esto, a pesar de su íntima naturaleza hedónica, le impide ser y vivir a plenitud.