google.com, pub-9878019692505154, DIRECT, f08c47fec0942fa0 Cuba Inglesa: La nostalgia histórica

lunes, 22 de noviembre de 2010

La nostalgia histórica

por Manuel Gayol Mecías

El isleñis cubichis se busca constantemente en sus épocas anteriores, incluso viviendo dentro de la misma Isla. No en balde uno de los programas de televisión mejores y más vistos en Cuba, que duró probablemente alrededor de treinta años, fue San Nicolás del Peladero, serie costumbrista de crítica de la politiquería antes de la revolución, con excelentes libretos y encomiables actuaciones. Pero el programa en sí no solo era visto porque fuera de crítica política, que supuestamente favorecía al régimen castrista, o porque estuviera muy bien realizado, sino porque constituía toda una serie de la nostalgia, algo que imaginaba, tremendamente bien caricaturizada, la vida antes de 1959.

Muchas generaciones de cubanos, que sabían que más o menos había sido así, se regocijaban viéndolo, vivían de nuevo aquel mundo intrigante, corrupto y oportunista, y al mismo tiempo gozaban de la pasión, la inteligencia picaresca y de una libertad que tenían los habitantes de aquella dimensión para existir que, por encima de cualquier crítica, dejaba entrever que era un mundo más abierto que el que posibilitaba el régimen. La nostalgia así, entre tantas cosas, estaba en la misma Isla.

Otro medio, este ahora radial, que ayudaba a los cubanos en Miami a sobrevivir mediante la nostalgia, era el programa Nocturno, de canciones y música instrumental que surgió en la Isla y que del presente fue pasando al pasado. Quiero decir que, por su duración, fue conjugando el presente y el pasado, y nos puso siempre en sintonía con distintos momentos del ayer en la Isla, representados por cantantes, grupos y por canciones muy populares en diferentes épocas (me refiero a los que teníamos 30 y 40 años en la década de los 70).

Esta imaginación nostálgica, que ha sido contundente en nosotros para caracterizar nuestra personalidad, propicia de hecho la esperanza, debido a que potencia más aún nuestra memoria histórica. Cuando digo esto quiero señalar que en la nostalgia contamos con un recurso que nos sirve para recuperar nuestros verdaderos recuerdos en un futuro (la memoria que nos han querido robar). O sea, estoy hablando de una paradoja más: tenemos que recuperar el futuro; en otras palabras, tenemos que prepararnos para un futuro (que pudiera ser no muy lejano) en el que volvamos a encontrar la libertad esencial.

No la libertad superficial, ni a medias, ni mediante jueguitos reformistas, no. Hablo de la libertad legítima, auténtica, en la que realmente seamos lo que hemos tenido que ser siempre; la libertad que cuando se tenga nos permita recuperar de veras nuestro mejor pasado, y regresar de nuevo a esos principios que latían en el ayer y que, sabemos, se encuentran en el presente y el futuro de los países democráticos.

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