las cosas que en tu dolor demoras
IX
No me entierres a tus brazos
con duelo de tu verdad,
no incendies mi sequedad
ni me dobles los fracasos.
No culpes mis lentos pasos
de su andar si por ti penan,
¿oyes disparos que suenan?,
¿de la traición me conoces?;
la vida no es cantar: ¿coces
las frases que nos condenan?
X
Pasas: y siento el antojo
morder desde tu frialdad
la soberbia y mi oquedad.
Paso, sombrío, en tu enojo.
Me veo como un manojo
de estrellas, caída incierta
desde la oscura reyerta
donde paso por tu abismo.
Soy como el temblor de un sismo
y tú eres la ausencia muerta.
XI
Tu cara puede matar
lo que solo era mi hambre
posado en el recio alambre,
preso en tu jaula, cantar
bello , inaudito manjar
servido en el decomiso.
Cuando ya no lo preciso,
si nada en ti ya me asombra,
te busco lo que la nombra
y devuelvo el paraíso.
XII
Desde tu jaula de oro
mientras admiro el canario
amarillo en su breviario
me tiendo cual manso toro;
canto del hierro, le imploro
desde mi sueño a su trino;
soy su animal y cansino
babeo ante su destreza.
No me alcanza la belleza
ni me alcanza su destino.