por Delio Regueral
Los salvajes medievales del Oriente Medio, en medio de su lucha oriental mediana e interminable entre los cinco ejes
de la discordia nacional, deciden tras la invasión rusa unirse para combatir al intruso, que representa un estorbo común a los intereses comunes que generan la -su- guerra ancestral interminable. Cinco generales gozan de rivalidad y respeto mutuo. Cinco generales que por separado, cada uno de ellos, acopian más experiencia militar que el resto de los ejércitos del Primer Mundo juntos, logran la victoria ante el ejército ruso, temible y valiente como pocos. Y les cuento una anécdota real de la negociación de la retirada rusa.
Un día, como de costumbre entre comandantes y en secreto, se reúnen los más altos mandos de los dos ejércitos para negociar y regular la retirada rusa del territorio afgano.
Ruso: General, nuestra retirada puede asumirla como un hecho y mi palabra de caballero está sobre la mesa. Pero necesitamos, sin necesidad de hacerla pública, una tregua para salvar las vidas de nuestros soldados.
Afgano: General, apresure la retirada para salvarles la vida a sus soldados. Su petición no puede ser concedida por la simple razón de que la muerte de sus soldados es la que ha generado el plan de retirada de sus tropas.
Una vez terminado el conflicto con los rusos, terminó también la tregua entre los cinco generales afganos para continuar con sus pugnas internas, difícilmente entendibles por el Primer Mundo. Diferencias étnicas, raciales y, por supuesto, económicas, más fácilmente dominadas desde el poder.
Años después, la guerra privada de George W. Bush y Cía. contra el “terrorismo” lleva a territorio afgano, una vez más, un conflicto de intereses entre la discordia nacional y la intervención extranjera.
También una vez más se pacta en favor de los intereses comunes de los diferentes grupos afganos la tregua, y la coalición entre los cinco ejércitos históricamente rivales retorna para combatir al ejército tecnológica y estratégicamente mejor armado, financiado y preparado de la historia bélica universal.
Hay más tiempo que vida para continuar esa lucha interminable, incomprensible e inevitable de los salvajes afganos. El poderoso y brutal Medio Oriente sabe que tanto dinero no se cede así como así, tan fácilmente. Si no me creen, pregúntenle a la Reserva Federal, que ni es reserva ni es federal.
¿Qué tiene que ver Cuba con toda esta historia?
Sencillo, tiene que ver con todo lo contrario: Nuestra incapacidad, también histórica, para formar un frente común ante un enemigo común.
Yo personalmente cambiaba todo motivo de orgullo nacional o nacionalista, partidista, capitalista, socialista, individualista, cooperativista, fidelista, raulista, maoísta, pro ruso, caudillista, intervencionista, anexionista, independentista, marxista, idealista, realista, etc., etc., por un plato de ensalada de patriotismo entero (con raíces y todo) y unas lascas de sentido común acompañados con escrotos cocidos en agua de mar al vapor de la vergüenza. Y como aliño, sangre, sudor y lágrimas. Otro gallo cantaría más alto y claro que el de Morón.
Los salvajes medievales del Oriente Medio, en medio de su lucha oriental mediana e interminable entre los cinco ejes
de la discordia nacional, deciden tras la invasión rusa unirse para combatir al intruso, que representa un estorbo común a los intereses comunes que generan la -su- guerra ancestral interminable. Cinco generales gozan de rivalidad y respeto mutuo. Cinco generales que por separado, cada uno de ellos, acopian más experiencia militar que el resto de los ejércitos del Primer Mundo juntos, logran la victoria ante el ejército ruso, temible y valiente como pocos. Y les cuento una anécdota real de la negociación de la retirada rusa.Un día, como de costumbre entre comandantes y en secreto, se reúnen los más altos mandos de los dos ejércitos para negociar y regular la retirada rusa del territorio afgano.
Ruso: General, nuestra retirada puede asumirla como un hecho y mi palabra de caballero está sobre la mesa. Pero necesitamos, sin necesidad de hacerla pública, una tregua para salvar las vidas de nuestros soldados.
Afgano: General, apresure la retirada para salvarles la vida a sus soldados. Su petición no puede ser concedida por la simple razón de que la muerte de sus soldados es la que ha generado el plan de retirada de sus tropas.
Una vez terminado el conflicto con los rusos, terminó también la tregua entre los cinco generales afganos para continuar con sus pugnas internas, difícilmente entendibles por el Primer Mundo. Diferencias étnicas, raciales y, por supuesto, económicas, más fácilmente dominadas desde el poder.
Años después, la guerra privada de George W. Bush y Cía. contra el “terrorismo” lleva a territorio afgano, una vez más, un conflicto de intereses entre la discordia nacional y la intervención extranjera.
También una vez más se pacta en favor de los intereses comunes de los diferentes grupos afganos la tregua, y la coalición entre los cinco ejércitos históricamente rivales retorna para combatir al ejército tecnológica y estratégicamente mejor armado, financiado y preparado de la historia bélica universal.
Hay más tiempo que vida para continuar esa lucha interminable, incomprensible e inevitable de los salvajes afganos. El poderoso y brutal Medio Oriente sabe que tanto dinero no se cede así como así, tan fácilmente. Si no me creen, pregúntenle a la Reserva Federal, que ni es reserva ni es federal.
¿Qué tiene que ver Cuba con toda esta historia?
Sencillo, tiene que ver con todo lo contrario: Nuestra incapacidad, también histórica, para formar un frente común ante un enemigo común.
Yo personalmente cambiaba todo motivo de orgullo nacional o nacionalista, partidista, capitalista, socialista, individualista, cooperativista, fidelista, raulista, maoísta, pro ruso, caudillista, intervencionista, anexionista, independentista, marxista, idealista, realista, etc., etc., por un plato de ensalada de patriotismo entero (con raíces y todo) y unas lascas de sentido común acompañados con escrotos cocidos en agua de mar al vapor de la vergüenza. Y como aliño, sangre, sudor y lágrimas. Otro gallo cantaría más alto y claro que el de Morón.
