Los patéticos esfuerzos de la oficialidad cubana contra Carlos Alberto Montaner, objeto de una de las campañas castristas de difamación, acoso y derribo más persistentes en la hist
oria de la Cuba contemporánea, desembocaron en un nuevo capítulo esta semana, a resultas de otra estrambótica acusación. Esta vez el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, Granma, ha intentado vincularlo nada menos que con la mujer que acusa por delitos sexuales a Julian Assange, fundador de WikiLeaks. Se trata de la activista sueca Anna Ardin.
En declaraciones reproducidas por la agencia EFE, Montaner aclara el panorama: la nota publicada en Granma forma parte de un “trabajo metódico de difamación y calumnia”, una campaña “tosca, mal hilvanada pero sistemática” asignada a Jean-Guy Allard –el firmante--, un “francocanadiense reclutado desde hace años por los servicios cubanos”.
El artículo, titulado WikiLeaks: detrás del escándalo sexual contra Assange, una colaboradora cubana de la CIA, pésimamente redactado y con errores de bulto, intenta pescar en río revuelto. Pretende mezclar a Ardin con Montaner y, a resultas del mejunje, deducir por pasiva los supuestos vínculos del escritor cubano con la agencia de inteligencia norteamericana. Un modus operandi más ajado que el vestido de novia de Cleopatra, pero al que los servicios de desinformación y propaganda castristas recurren interminablemente.
“La realidad es que la señora Ardin no es cubana, sino sueca. La realidad es que jamás la he conocido. La realidad es que todo lo que cuenta el señor Allard, como es habitual en sus crónicas, es mentira”, subrayó Montaner, quien defendió las revelaciones de WikiLeaks: “Me parece magnífico que se conozcan las relaciones entre los narcotraficantes, los terroristas y los fundamentalistas iraníes con los países del llamado socialismo del siglo XXI, acaudillados por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez”.
oria de la Cuba contemporánea, desembocaron en un nuevo capítulo esta semana, a resultas de otra estrambótica acusación. Esta vez el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, Granma, ha intentado vincularlo nada menos que con la mujer que acusa por delitos sexuales a Julian Assange, fundador de WikiLeaks. Se trata de la activista sueca Anna Ardin.En declaraciones reproducidas por la agencia EFE, Montaner aclara el panorama: la nota publicada en Granma forma parte de un “trabajo metódico de difamación y calumnia”, una campaña “tosca, mal hilvanada pero sistemática” asignada a Jean-Guy Allard –el firmante--, un “francocanadiense reclutado desde hace años por los servicios cubanos”.
El artículo, titulado WikiLeaks: detrás del escándalo sexual contra Assange, una colaboradora cubana de la CIA, pésimamente redactado y con errores de bulto, intenta pescar en río revuelto. Pretende mezclar a Ardin con Montaner y, a resultas del mejunje, deducir por pasiva los supuestos vínculos del escritor cubano con la agencia de inteligencia norteamericana. Un modus operandi más ajado que el vestido de novia de Cleopatra, pero al que los servicios de desinformación y propaganda castristas recurren interminablemente.
“La realidad es que la señora Ardin no es cubana, sino sueca. La realidad es que jamás la he conocido. La realidad es que todo lo que cuenta el señor Allard, como es habitual en sus crónicas, es mentira”, subrayó Montaner, quien defendió las revelaciones de WikiLeaks: “Me parece magnífico que se conozcan las relaciones entre los narcotraficantes, los terroristas y los fundamentalistas iraníes con los países del llamado socialismo del siglo XXI, acaudillados por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez”.
