por José Luis Sito
¿Aislamiento o relación con la dictadura? Así de brutal la pregunta, quizás no valga la pena. En los dos casos hay cosas que ganar y que perder. Lo que quizás importe es hacer la contabilidad de las ganancias en ambos extremos.
Aislados de la dictadura, sin contacto con ninguno de sus miembros menos fanatizados, sin posibilidad de acercamiento ni de diálogo, no veo cómo podemos modificar algo, aunque sólo sea en sus mentes. Podemos pensar como Zoe Valdés: diálogo cero, contacto cero, relación cero. En este caso, el cambio, lógicamente, será de cero. Este tipo de pensamiento está errado porque no concibe que siempre, inevitablemente, llega el momento en que tienes que sentarte alrededor de una mesa para negociar. Hubo que negociar hasta con los nazis, por lo menos para la capitulación. O sea, esa concepción extremista, radical, del diálogo cero, es una aberración.
Claro que el diálogo, la negociación y los compromisos deben de ser llevados con un objetivo y con una ética, algo que, por ejemplo, ha olvidado el actual gobierno español, ocupado únicamente de sus propios intereses. Pero podemos ver que la Administración Obama no lleva el asunto por el mismo camino, y sigue contando con los actores de la sociedad civil cubana. El compromiso de Obama es de no aislar a la dictadura, pero sin perder de vista los principios y los valores. El aislamiento encierra a los adversarios en sus torres inexpugnables.
La relación, el acercamiento a ciertos sectores castristas, como por ejemplo el sector cultural, es de mucha importancia, porque el régimen siempre se ha servido de ese aparato como pieza clave de su propaganda y, por consecuencia, de su represión. Cuando representantes de la cultura del régimen castrista firman una carta, es para apoyar la represión. Nos podemos preguntar, sin embargo, si esas personas la hubieran firmado teniendo relaciones más estrechas fuera de Cuba. Podemos preguntarnos si Amaury o Paz hubieran firmado la carta de 2003 hoy, cuando existe una relativa serenidad en las relaciones humanas dentro y fuera de Cuba.
El acercamiento, el diálogo, todo lo que pueda permitir el contacto, será benéfico. Hay que acercarse al otro, y en cierto sentido fue lo que hizo Reinaldo Escobar llamando al agente Rodney a dialogar. El agente no fue a dialogar, pero hay otros que sí están dispuestos a hacerlo. Debemos apostar por estos, trabajar con estos que ya saben que el régimen está condenado, pero tienen miedo al cambio.
Esto no significa que haya que abandonar la lucha de resistencia. Al contrario, hay que seguir presionando al castrismo, para forzarlo a ese diálogo. Por un lado lucha de resistencia constante y determinada. Por el otro, acercamiento y diálogo con los elementos del régimen menos extremistas.
Ahora, todo depende de cómo esos elementos de la cultura castrista serán recibidos en Miami. Si en Miami se ponen a hacerles actos de repudio, como aconseja tontamente Zoe Valdés, lo único que se demostrará es que somos tan vulgares, intolerantes y fanáticos como ellos. Por mi parte, me niego a dar una imagen tan miserable del denominado exilio. Con los huevos me hago una tortilla. Nunca se me ha ocurrido tirarle uno a alguien.