por Denis Fortún
Las dos mujeres conversaban a unos tres o cuatros metros de donde yo estaba fumándome mi tabaco del lunch. A pesar de que a veces lo hacían en inglés, su plática básicamente era en español, lo que delataba su procedencia centroamericana. Se quejaban de los cambios hechos por la compañía en la que trabajamos, luego de que American Airlines se mudase de concourse.
-¡Es terrible!- comentaba la más gorda-. Las distancias ahora son mucho mayores.
-Imagináte -le respondió la otra-. Uno recoge a un pasajero en la J y cuando por fin entregas el infeliz a sus familiares, has de ir hasta el otro extremo del aeropuerto para ponchar la salida.
-Eso sin mencionar las vueltas que tienes que dar, pues. La C y E están casi cerradas y obligatoriamente hemos de desviarnos los que por allí cogemos, lo que provoca que camines más, mientras los jefecitos sin nada que hacer y exigiéndote que te muevas rápido, porque los de American después se quejan.
La más gorda aplastó su cigarrillo en el piso y concluyó:
-¡Qué puedes esperar de una compañía dirigida por cubanos en Estados Unidos!
La otra agregó:
-Guevones que son…
De la serie Crónicas del Aeropuerto