por Delio Regueral
La carta/email de la escritora Ena Lucía Portela reafirma otra vez la falta de comunicación dentro de Cuba. Si estás en el balcón en el momento de los sucesos, los ves; y si preguntas por qué pasó lo que pasó, te desinforman. Una forma sencilla de acercar información a los insulares es mandar correos electrónicos a todo el que conozcamos allá, con cada una de las noticias que aquí circulan. Es aún más importante no incluir nuestras opiniones, que reciban las noticias tal y como las recibimos nosotros, vírgenes, para que saquen sus propias conclusiones. El hombre y sus circunstancias provocan que la percepción de determinado hecho sea el producto directamente proporcional del espejismo ilusorio, o realista, que nos da la nota de inmuno-influencia de nuestras vivencias.
Ya he mandado la noticia a todos mis contactos terminados en cu, más a los que sé detrás de un com o es o br o ar o de servidores como yahoo, gmail o hotmail, o al que sea que todavía pernocte bajo latitudes de limitaciones infinitas. Ellos se encargarán de correr la voz, al igual que distribuyen películas, libros, noticias y todo lo que clandestinamente recorre la geografía nacional.
No me sorprendería ver en un par de semanas nuevas firmas de intelectuales residentes en Cuba adornando la carta que reclama libertad, y eso indudablemente sería noticia en el mundo entero.
En cuanto a Fito Páez, no es el único que se aleja de su sombra mientras el sol veraz le quema la mejilla, denunciando claramente los crímenes en Cuba. También, y con mayor trascendencia, lo hacen Pablo y Silvio, que sin ser trompetas cantan con sordina. Seguramente muchos otros que no gozan de tanta popularidad y exposición internacional hoy calculan el precio en moneda de cambio del futuro para unirse al caudal del “basta ya que el Fifo mande”. Más vale tarde que nunca, aplausos a estadio lleno, ovación cerrada. Otra, otra, otra… Incluso si compartimos inevitablemente grandes diferencias. Ya conocemos las respuestas de Silvio a las preguntas de Carlos Alberto. Otro cantar sería responderlas en público, porque la inconformidad de Silvio y de Pablo es bien conocida tras bambalinas. Ahora falta que devuelvan la sordina.