por Jorge Salcedo
Ayer pasé por Cuba Inglesa y vi el revuelo armado en el post de Regueral a propósito de las figuras públicas destacadas por la campaña #OZT: Yo acuso al gobierno cubano. No he tenido mucho tiempo para revisar los blogs —y ninguno para el mío— desde que comenzó la campaña; no puedo ocuparme de rumores ni calumnias, pero sí responderé a las críticas e intentaré aclarar cualquier malentendido.
El criterio empleado por nuestra campaña para juzgar quién es una figura pública se explica casi por su propio nombre. Hemos señalado a aquellos individuos con una presencia pública en el ámbito de una sociedad determinada, ya sea a través de su arte, su escritura, su política, su activismo social… En un comienzo, la carta salió con los nombres de unos cuantos artistas, políticos y escritores cubanos, y la sociedad en mente era, primeramente, la nacional. Luego entraron personalidades muy conocidas en Iberoamérica o en el mundo entero. Algunas de ellas (Vargas Llosa, Almodóvar, Andy García, Herta Müller, por ejemplo) son celebridades, no sólo figuras públicas. Pero la nuestra, como su título indica, no es una lista de celebridades.
Hemos sido más flexibles a la hora de incluir figuras públicas cubanas. Es el ámbito en el que se da la iniciativa, en el que nos movemos, en el que nos conocemos mejor. Muchos, por no decir la mayoría, de los que satisfacen el criterio de figuras públicas nacionales, no lo satisfacen a nivel regional o mundial. En el ámbito nacional, unos son más conocidos que otros, eso es inevitable. Para complicar más las cosas, tenemos la dislocación de nuestra cultura en Cuba adentro y Cuba afuera.
Con los presos y ex presos políticos, con los disidentes u opositores cubanos hemos sido todavía más inclusivos. Por ejemplo, incluimos como figuras públicas a todas las Damas de Blanco que han firmado la carta, aunque el nombre de muchas de ellas por sí solo no le diga nada a nadie. Creo que éstas son decisiones justificadas, aunque no sean aplicaciones ortodoxas del criterio establecido.
En cuanto a las figuras públicas que han firmado directamente y no han sido marcadas como tales, les ruego que sean menos susceptibles. Nos pasa todos los días con gente muy conocida, inclusive con algunos a quienes hemos solicitado su firma personalmente. Son más de 45 mil firmas al momento y nuestra primera prioridad es comprobar su autenticidad (hay muchas firmas falsas, “chistosas”, incompletas, que lleva tiempo purgar, completar, verificar…). Siete u ocho miembros del equipo trabajamos en esto de manera voluntaria, sacando tiempo del trabajo, la familia, el sueño. Tampoco hay que creer que todos y cada uno de nosotros conocemos a todas y cada una de las figuras públicas nacionales y extranjeras. Si se nos va algo, escríbannos y responderemos o tomaremos acción, aunque no lo hagamos inmediatamente. Más allá de las firmas, hay muchas otras cosas que atender en la campaña.
Por último, nadie está juzgando la calidad del trabajo que hacen las figuras públicas incluidas en la lista. Aquí hay escritores, políticos, artistas, activistas para todos los gustos y disgustos imaginables. También científicos, empresarios, profesionales de primera, que no son figuras públicas, dicho sea de paso. Nuestra intención al incluir las figuras públicas no fue hacer una piñita ni promover a los socios, como han sugerido los peores —¡los de siempre!—, sino hacer evidente justamente lo contrario: que las demandas de liberar a los presos políticos cubanos, respetar los derechos humanos, la memoria de OZT y la vida de los otros huelguistas, trasciende partidos y naciones, afinidades personales, ideológicas, estéticas, límites culturales, generacionales, geográficos. Algo de eso se ha logrado. Ahora vamos por más.