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domingo, 12 de diciembre de 2010

La Otra Esquina de las Palabras cumple un año

por Joaquín Gálvez

Hace un año abrió sus puertas la tertulia La Otra Esquina de las Palabras. Un proyecto cuya meta principal es la de contribuir a ampliar y diversificar los espacios culturales en Miami. Para ello, hemos tratado de que esta tertulia conjugue calidad y heterogeneidad artísticas. Es decir, que aglutine a escritores, poetas, pintores, músicos, cineastas, etcétera, por el talento, más allá de sus procedencias, tendencias políticas, estéticas y de cualquier otra índole, aun cuando no coincidan con las de este servidor en su papel de coordinador.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Erótica: Una mística de los sentidos

por Joaquín Gálvez

Erótica, novela del escritor y periodista Armando Añel, comienza con la masturbación de Idamanda Rosael, cuyo orgasmo representa la anunciación de un hecho: el Hecho Thamacun, Playa Hedónica, Cumberland, es decir, Erótica. El lector, ávido de escenas gráficamente eróticas, luego de concluir la lectura de este capítulo introductorio quedará felizmente defraudado: lo verdaderamente erótico radica en el espíritu que lo funda. Pues Erótica, más que un enjambre de cuerpos desnudos, es una manera de asumir la vida, despojándola del peso de los lastres que han condicionado la mente humana hasta hacer de la existencia una tragedia, aunque cómica en muchas ocasiones, para decirlo hegelianamente.

Erótica tiene como referente de contrapartida a Cuba, isla náufraga en la travesía de su historia y en la que abundan ejemplos de su fracaso como nación. ¿Cuáles son las causas de este fracaso? Para responder a esto, Armando Añel ha inventado un territorio que más que geografía es cosmovisión o lenguaje del individuo ante la vida; una historia paralela que es por antonomasia la anti-historia misma. Por eso los habitantes del reducto Thamacun no dependen de la territorialidad y pueden diseminarse en sucesivos éxodos, provocados por su vecina Cuba, para reencontrarse más tarde en el ciberespacio, en Internet. Erótica es la otra posibilidad, la historia anti-histórica de un territorio disidente, que es a su vez espectador risueño de ese teatro bufo que es la isla de Cuba, plagada por el nacionalismo, la intolerancia, el autoritarismo, la mitificación de los símbolos patrios, las revoluciones, etcétera.

El primer ejemplo del sentido iconoclasta de esta novela estriba en el género mismo. Añel, que aboga por librarnos del peso de la Historia y del sentimiento trágico de la vida, prefiere hacer una disección crítica de la nacionalidad cubana por medio de la ficción lúdica en vez de la seriedad ensayística. Por eso uno de sus logros es el de fabular a partir de una tesis sobre la identidad nacional y el individuo. Erótica posee un lenguaje propio, un caudal terminológico que sustentan el modus vivendi y operandi de sus habitantes: La democratización del ego, el Gran Salto Adelante, la Ciudad Prohibida de Richard Megan y la marquesa Beatriz de Eugenia, pareja fundadora del Reducto. Asimismo, el libro es una aleación estilística a la que se integran el ensayo, la crónica y hasta el post de blog, sin abandonar la trama de la novela propiamente dicha. Quizás por la visión heterodoxa de su autor, Erótica ofrece muchas variantes temáticas e interpretativas, que van desde la historia de amor, la historia no oficial de personajes reales como José Raúl Capablanca y Camilo Cienfuegos, implicados también en el Hecho Thamacun, hasta una historia detectivesca en la blogosfera, donde Idamanda y su amante thamacunés, Richard del Monte, deben descifrar las estratagemas de los doble puntoCON, o agentes del totalitarismo, contra los habitantes del Tercer Éxodo, disueltos ahora en el ciberespacio de Cumberland.

“Desnuda frente al mar, en el balcón de la que ya no es su casa (…) Idamanda se llevó el dedo a la nariz. No reconocía el olor de su sexo. Olía a él. Ella era él. El Hecho en la sangre, Erótica alterando definitivamente las reglas del juego (Introducción: Idamanda, página 7)”. El eros en esta novela cumple una función metafórica, sobre la cual se asienta Thamacun, única salvedad o realidad trascendente dentro del contexto cultural criollo en que transcurre la novela. De ahí que la comida forme parte de su entramado, y manjares como el salmón y el cerdo sean, más que apetecibles a nuestro buen paladar, símbolos de nuestra sensualidad (irónicamente, desaparecidos durante mucho tiempo de la cocina del cubano de a pie).

Con esta novela, Armando Añel plantea una subversión de los valores de nuestra identidad nacional y cultural. Thamacun, a diferencia de la platónica isla de Thomas Moore, es utopía dentro de nuestra tradición, porque para su realización es necesaria la convivencia con la otredad y la aceptación de la imperfección como forma de alcanzar la felicidad. Pero es, además, una mística de los sentidos, una erótica del vivir, donde sus habitantes se distinguen también por el olor singular que exhalan. La revolución es interior y depende de cada individuo. Los invito, pues, a que lean Erótica y logren, si lo desean, ser parte de El Hecho.

Texto leído durante la presentación de Erótica este viernes, en Café Demetrio.

martes, 13 de julio de 2010

Apuntes de la tertulia

por Joaquín Gálvez

La noche del viernes 9 de julio, el trovador cubano Alberto Cabrales nos regaló un encuentro memorable con sus canciones, en el Café Demetrio, en una nueva edición de La Otra Esquina de las Palabras.

Luego de leerse unas palabras de presentación, a cargo del poeta Rolando Jorge, el trovador hizo un recorrido por su repertorio interpretando canciones de su etapa inicial en Cuba, como “Pinta mi niña azul”, “La balsa”, “Cachumbambé” y “Arrea la razón”. Algunas eran recordadas por varios de los presentes, quienes le pidieron al trovador que las cantara. Luego, interpretó canciones compuestas durante su estancia en México y otras más recientes.

A diferencia de otros programas en La Otra Esquina de las Palabras, en el que el tema ha sido la literatura, éste fue el primero dedicado a la música. Todos nos deleitamos con las canciones de Cabrales, a tal punto que olvidamos la habitual sección de preguntas al invitado. Creo que esta vez no hicieron falta esas preguntas, pues en sus canciones estaban las respuestas.



Fotos cortesía Juan Carlos Mirabal

lunes, 22 de marzo de 2010

Otras voces femeninas: La tertulia

por Joaquín Gálvez

Otras voces de la poesía femenina fueron las protagonistas en La Otra Esquina de las Palabras, en Café Demetrio, la noche del viernes 19 de marzo. Y digo otras, porque reconocemos la existencia de otras que no participaron en este evento y que, por méritos propios, también merecen la invitación. No obstante, las poetas (o poetisas) que estuvieron presentes no defraudaron la imposibilidad de reunir a todas, pues fueron dignas representantes de la poesía femenina en Miami.

Bajo el auspicio del cabalístico número siete –cantidad que resultó ser obra del azar—, siete poetas procedentes de diferentes nacionalidades --algunas de ellas recién llegadas a esta ciudad— le dieron un tono variopinto a esta tertulia. Ellas fueron tres poetas cubanas que apenas han establecido residencia en el sur floridano: Aymara Aymerich, Ena Columbié y Elena Tamargo; dos poetas argentinas: Susana Della Latta y Alejandra Ferraza; y sus colegas, la nicaragüense Rubí Arana y la colombiana Marta Sepúlveda.

Al cierre del evento, este interlocutor formuló una pregunta a las participantes que suscitó un interesante debate: ¿Todavía, en los tiempos que corren, existe una poesía que, por una serie de características, pueda considerarse femenina? Rubí Arana opinó que ella escribe desde el alma, que, como mismo existe un Yin y un Yang, el acto creador no es ni masculino ni femenino. Por su parte, Elena Tamargo, que no se considera feminista, declaró que su condición de mujer se refleja en su poesía. Mientras tanto, Ena Columbié reafirmó con sus palabras el talante femenino en su obra.

De este debate surgió otra pregunta relacionada con el nombre del oficio en las mujeres: ¿Cómo les gusta que las llamen, poetas o poetisas? A esta pregunta, Elena Tamargo recordó que si a Dulce María Loynaz la hubieran llamado poeta, se hubiera ofendido, pues calificar de esta manera a las mujeres es sólo una resultante del tiempo. Al final, los calificativos resultaron insignificantes, según lo demostraron sus declaraciones. Algunas prefieren poeta, a otras no le molesta poetisa, por eso no nos sorprendió que se inventaran dos nombres: poetasa, por Aymara Aymerich, y putisa, por Rubí Arana. En resumidas cuentas, no importa cómo les llamen, ellas, al igual que los hombres (poetas), escriben poesía.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Fragmentos e Imán

por Joaquín Gálvez

Realizar un documental en el que los participantes sienten cátedra sobre la obra de José Lezama Lima constituye un proyecto harto pretencioso que intimidaría, incluso, a los más connotados expertos del autor de Paradiso. Mucho se ha dicho sobre Lezama y su universo literario, y, sin embargo, quizás todavía poco sabemos, máxime porque Lezama es uno de esos escritores cuyo rostro varía en la voz de cada uno de sus ponentes.

Fragmentos e Imán no pretende deslumbrar al espectador a través de revelaciones y disquisiciones sobre la obra de Lezama, pues parte de una premisa austera: el testimonio de cuatro escritores cubanos en el exilio (Miami) sobre su experiencia con la figura de José Lezama Lima. ¿Cómo y en qué circunstancias conocieron estos escritores la obra de Lezama? ¿Qué importancia tuvo para ellos, si es que la tuvo? En fin, un Lezama situado en el contexto de una generación que, para bien o para mal, sintió el impacto de su impronta.

Al margen de las imperfecciones que conlleva un trabajo como éste, su realizador, Ignacio Granados, logra cumplir su cometido, pues las intervenciones de los escritores entrevistados giran en torno a esta órbita lezamiana, donde el requisito fundamental es su opinión sobre el Lezama que legaron en su tiempo y espacio, y no una alocución erudita sobre su obra.

Cortesía La Otra Esquina de las Palabras

domingo, 14 de febrero de 2010

Lezama entre lluvias y palabras

por Joaquín Gálvez

La noche de ayer viernes, 12 de febrero, las inclemencias del tiempo no eran nada favorables para que se efectuara otra edición de La Otra Esquina de las Palabras, dedicada en esta ocasión a celebrar el centenario del natalicio de José Lezama Lima. Sin dudas, fue una noche pasada por agua, con aterradores partes meteorológicos que prácticamente nos alertaban a que no sacáramos un dedo por las ventanas de nuestras casas. No obstante, desafiando a la madre naturaleza, llegamos a reunirnos, en Café Demetrio, un pequeño grupo de contertulios, entre los que se encontraban nuestro invitado, el escritor y crítico de arte Carlos M. Luis, y un conocido escritor y poeta, cuya presencia nos tomó a todos por sorpresa: Lorenzo García Vega.

Teniendo en cuenta el interés y la audacia demostrada por los presentes, decidimos entonces hacer, más que una tertulia, un encuentro informal dentro de Café Demetrio, en vez de en la terraza, el sitio habitual de la tertulia. El mismo resultó sumamente ameno y didáctico, gracias a la oratoria de Carlos M. Luis, que dio rienda suelta a sus memorias sobre Lezama, para revelarnos un rostro más íntimo del escritor: el de las conversaciones con sus amigos en su casa de Trocadero, el de las caminatas por las calles de La Habana y, por supuesto, no faltó el del escritor y figura capital del grupo Orígenes.

Otros aspectos de la vida y obra de Lezama salieron a relucir en la disertación de Carlos M. Luis pero, siendo Lezama una figura que no cesamos de descubrir, era de esperar que quedaran abundantes palabras en el tintero. Y éstas serán dichas el próximo 26 de febrero, fecha para la que se ha pospuesto este evento. Ese día el público tendrá la oportunidad de viajar a la órbita del viajero inmóvil en la voz de su amigo, e integrante de Orígenes, Carlos M. Luis.


Heriberto Mora, Ania Hernández, Joaquín Gálvez, Carlos M. Luis y su esposa Martha, Lorenzo García Vega, Susana Della Latta y Rolando Jorge. Foto cortesía La Otra Esquina de las Palabras.

jueves, 11 de febrero de 2010

Joaquín Gálvez: El hilo de Teseo

Esta ciudad es un laberinto, con su Minotauro absuelto.
Todos los días somos los comensales de sus fauces,
pues ya no nos salva la infalible espada, el certero hilo.
¡Qué dócil monstruosidad la que nos acechó en Creta!
Ariadna, solamente nos queda una carta para redimirnos:
deja que tu belleza me penetre como una espada,
y rescataré la certeza de tu hilo en un poema.
Ahora que el laberinto se ha expandido por todo el mundo
y vivir en las fauces del Minotauro garantiza
que, en cualquier momento, nos puedan cortar la cabeza.

viernes, 16 de octubre de 2009

El Premio Nobel de la Guerra (II y final)

por Joaquín Gálvez

Dada la coyuntura en que el Premio Nobel de la Paz ha sido concedido a Obama, cabe preguntarse: ¿Qué mensaje se le quiere enviar al presidente ahora que puede verse obligado a renunciar a su buena voluntad diplomática ante la carencia total de la misma por parte de los terroristas y belicistas de este mundo? ¿Es que acaso con este premio se le pretende amarrar las manos, como una especie de vacuna que lo inmuniza de los efectos de todo ataque terrorista y belicista, pues semánticamente el premio lo define así?

¿Qué sucederá entonces? ¿Permitirá Obama que Irán siga dándole rienda suelta a su carrera nuclear, la cual tiene entre sus objetivos desaparecer al Estado de Israel? ¿Permitirá Obama que el enfermo de Kim Jong-Il dé la orden de invasión a Corea del Sur? ¿Vacilará Obama y no mandará el personal militar requerido para que los terroristas de Al- Qaeda no hagan de Afganistán su cuartel de operaciones? Opino que, aunque Obama es un hombre de paz y buena voluntad, primará el sentido común y el pragmatismo que necesita todo estadista para que la barbarie no se apodere del mundo, por lo que, una vez se agote la vía diplomática, tendrá que jugar, lamentablemente, la última carta para resolver los conflictos: la acción militar de la Realpolitik. No se pueden sustentar principios pacifistas, ni mantener la coexistencia pacífica, permitiendo la impunidad de los guerreristas.

¿Cuál será entonces la respuesta de los que le otorgaron el Permio Nobel de la Paz, incluyendo a los pacifistas a ultranza de la izquierda antinorteamericana, cuando Obama no tenga otra alternativa que la acción militar para conseguir la paz? Recomiendo tres opciones. La primera, despojarlo del Nobel por no cumplir con sus promesas pacifistas a través de la vía diplomática. La segunda, una vez lograda la paz por medio de la acción militar norteamericana, concederle un segundo premio. Y la tercera, cambiarle el nombre al premio por otro que sea más preciso semánticamente: Nobel de la Guerra.

Por consiguiente, habrá que otorgarle de inmediato el Premio Nobel de la Guerra a Bill Clinton por intervenir militarmente en Kosovo y frenar los actos genocidas de Milosevic. Habrá que otorgarle el Premio Nobel de la Guerra –en este caso post mortem- a Ronald Reagan, quien con su plan Guerra de las Galaxias sentó a Gorbachov, y demás miembros del politburó, en la mesa de negociaciones, logrando el fin de la Guerra Fría. También habrá que otorgarle el Nobel de la Guerra a Álvaro Uribe, que ha logrado desmantelar gran parte de las FARC en Colombia, trayendo algo de paz a un pueblo que ha vivido en ascuas en las últimas décadas como consecuencia de la violencia de la guerrilla y el narcotráfico.

Otorgarle el Premio Nobel de la Paz a estadistas cuyas decisiones determinan el destino de la humanidad, es un arma de doble filo. Si el puro pacifismo es el aval de marras para obtener este premio, hay que anulárselo al terrorista Yasser Arafat, a los presidentes intervencionistas Theodore Roosevelt y Woodrow Wilson y, por supuesto, no cometer la estupidez de incluir a un testaferro de terroristas y promotor de violencia como Fidel Castro entre los candidatos al premio. De lo contrario, para los estadistas –sobre todo los de potencias mundiales- debe instituirse el Premio Nobel de la Guerra.

Después de todo, el inventor del Nobel fue también el inventor de la dinamita. La concepción del Premio Nobel de la Guerra a aquellos que han logrado la paz por medio de la acción militar ante la necedad y el fanatismo de los que hacen caso omiso a las normas que rigen la civilización, exoneraría definitivamente a Alfred Nobel de su mea culpa por inventar un artefacto bélico. Sin duda, la dinamita devendría en un noble símbolo para aspirar a la paz.

jueves, 15 de octubre de 2009

El Premio Nobel de la Guerra (I)

por Joaquín Gálvez

Acaban de otorgarle el Premio Nobel de la Paz al presidente norteamericano Barack Obama. Irónicamente, en momentos en que el mandatario está considerando mandar más tropas a Afganistán para evitar que ese país vuelva a convertirse en caldo de cultivo de los terroristas de Al- Qaeda. Por otra parte, Obama ya le advirtió al presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, que, si no cumple con sus promesas de disminución del arsenal nuclear, se acabarán las negociaciones y aumentarán las presiones de Estados Unidos.

Según el Comité Nobel Noruego del Parlamento, la concesión del Premio Nobel al mandatario norteamericano se basó en los esfuerzos de éste para resolver conflictos internacionales a través de la vía diplomática. De hecho, esta fue una de sus promesas durante su campaña presidencial y, hasta ahora, la ha cumplido. Obama demostró su buena voluntad compartiendo tribuna con Hugo Chávez durante la Cumbre de las Américas, a pesar de que el presidente venezolano le mostró su gratitud obsequiándole Las venas abiertas de América Latina, o mejor dicho, la biblia retorcida en la lucha contra el imperialismo yanqui y el capitalismo. La solución chavista tiene todos los rasgos que conllevan a la anti diplomacia, pues propone un solo camino: el socialismo del siglo XXI, que también podría llamarse caudillismo socialista del nuevo siglo.

El uso de la diplomacia, por parte de la administración de Obama, se ha puesto de manifiesto en las gestiones de la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, para que el gobierno comunista de Corea del Norte establezca conversaciones serias con respecto a sus pruebas de misiles nucleares y sus constantes amenazas a la vecina Corea del Sur. Cuba no ha quedado exenta en este aspecto. El concierto de Juanes, así como la decisión del Departamento de Estado de incrementar el intercambio cultural y académico entre la nación norteamericana y la Isla, forman parte de esta política protocolar, o de buena voluntad, del presidente estadounidense.

¿Qué resultados concretos ha obtenido Obama para que se le conceda el Premio Nobel de la Paz? Por el momento, ninguno. Obama continúa siendo una promesa, un encantador de serpientes que hechiza con su oratoria elocuente y su imagen renovada de Norteamérica ante la mirada recelosa del mundo. Por lo visto, el Comité Nobel Noruego, al igual que la izquierda anti estadounidense, se conforma con esa mera imagen, aunque en la praxis sea nula. Qué importa lo que haya logrado Obama en materia de paz, si lo que más les interesa es que este presidente norteamericano dista de ser un cowboy como Bush y, además, es el primer afroamericano que influye en los designios del planeta desde su oficina en la Casa Blanca. En efecto, la imagen fresca de Obama tiene el mismo impacto comercial que la del Sex Symbol, al estilo de un Ricky Martin o un Enrique Iglesias, que no cantan, pero encantan. El premio que obtuvo Jimmy Carter tras varios años de arduas demostraciones de vocación pacifista, se le concedió a Obama con apenas nueve meses en la presidencia.

domingo, 2 de agosto de 2009

Memorables memorias (II y final)

por Joaquín Gálvez

En Memorias del Subdesarrollo, Tomás Gutiérrez Alea nos presenta una etapa de transición en Cuba que comprende desde la invasión a Bahía Cochinos, en 1961, hasta la crisis de los misiles de 1962, narrada por Sergio, el protagonista, miembro de una extinta burguesía cubana que en su inmensa mayoría abandonó el país tras el triunfo de la revolución en 1959. El filme comienza con una fiesta, o carnaval cubano, donde alguien es asesinado; pero continúa como si nada hubiera ocurrido, señal de que las masas tienden a enajenarse por medio de la diversión.

Sergio es un burgués que siempre deseó ser escritor, pero las circunstancias no le concedieron el tiempo necesario (según él). En realidad, careció de voluntad para imponer su vocación en el marco de una clase burguesa provinciana que, por lo general, no apreciaba la cultura. No cabe duda de que el desprecio que muestra el protagonista hacia su familia y sus amigos, pertenecientes a la burguesía habanera anterior a la revolución, así como a las masas populares, le ayuda a justificar su incapacidad de no poderse realizar como ente social. Esto último es lo que le permite al director usar sutilmente al personaje para deslizar críticas que, de otra forma, nunca hubieran sido permitidas en la Cuba castrista.

Desde su posición de burgués frustrado y sin afiliación política, el personaje principal se refiere a Picasso como el comunista que vive muy cómodo en París, o a los carteles con propaganda revolucionaria como el que reza “Esta humanidad ha dicho basta y ha echado a andar”: “Y no se detendrá hasta llegar a Miami”, añade Sergio.

En cualquier caso, el arte triunfa en Memorias del Subdesarrollo. Gutiérrez Alea logra imponer, por encima del discurso absolutista y en tiempos de clamores colectivistas, lo singularmente humano como expresión universal. Sergio, o mejor dicho, Titón, fue un visionario que expuso, desde su soberana ambigüedad política, una realidad que con el tiempo se parece más a la ficción. Si es la vida la que imita al arte, no es placentero ser personaje en una película de horror, ni en una obra del absurdo. Entonces la vida puede estar en otra parte, pues “esa humanidad sigue diciendo basta y no se detiene hasta llegar a Miami”. Digo, si hasta aquí basta.

sábado, 1 de agosto de 2009

Memorables memorias (I)

por Joaquín Gálvez

En Memorias del Subdesarrollo, Tomás Gutiérrez Alea se vale de la técnica del collage o de la yuxtaposición de imágenes para recrear el momento histórico del que parte el filme. Una forma de montaje en la que se advierte la influencia de la Nueva Ola Francesa, sobre todo de Godard. Memorable es la escena donde Sergio, el protagonista, se sumerge oníricamente en una fantasía erótica, mientras su criada le cuenta cómo la bautizaban en un río. Aquí, súbitamente, pasamos de una escenificación cristiana a una pagana, intercaladas magistralmente con Las cuatro estaciones de Vivaldi y El nacimiento de Venus de Boticelli.

La huella que el neorrealismo italiano dejó en Gutiérrez Alea es evidente en esta cinta. El enfoque social, visto a través de la alienación del individuo, las tomas aisladas de la cámara y el silencio de las escenas, trasmitiéndonos el estado anímico de los personajes, recuerdan el cine de Antonioni.

Las reminiscencias del Free Cinema son apreciables por medio del formato reportaje. Sergio es el espectador de un medio social que se está transformando ante los ojos del documentalista o el reportero televisivo. Por eso, una alusión suya sirve de pretexto para combinar una imagen estilo documental, como cuando se hace referencia a la pobreza y, de pronto, aparecen imágenes de América Latina y cifras estadísticas. La película cierra con tomas del despliegue de las milicias y de la gente en las calles, esperando la invasión norteamericana que nunca se produjo.

Sergio personifica al antihéroe existencialista por su visión escéptica y pesimista de la vida, por su ambigüedad y su actitud pasiva ante el medio que lo rodea. Puede recordarnos a personajes literarios como el Harry Haller de Hermann Hesse, en El lobo estepario, o el Meaursault de Albert Camus, en El extranjero. En su relación con las mujeres pueden establecerse puntos de contactos con el Guido de Fellini en 8 ½, prototipo fellinesco de antihéroe.

Este filme es tan revolucionario como subversivo gracias a la ambigüedad del protagonista, reflejo de una nación atomizada política y socialmente, donde no existe margen para lo políticamente tendencioso. Debe añadirse que el término subdesarrollo trasciende lo meramente político para indagar en los factores socioculturales que lo determinan, de ahí la indefinición del personaje principal, sin dudas un alter ego del director.

lunes, 27 de julio de 2009

Trampas tropicales

por Joaquín Gálvez

En la cinta Memorias del Subdesarrollo, el clásico de Tomás Gutiérrez Alea, los temas de la sexualidad, el trópico y el propio subdesarrollo se entrecruzan y retroalimentan, entrampando al protagonista de la historia.

La relación de Sergio –el personaje principal- con sus mujeres es ambivalente. Se mofa de su esposa, Laura, por considerarla frívola, vacía, histérica, y se siente liberado cuando ésta abandona el país. De manera que, tras conocer a Elena, busca en ella todo lo contrario. Elena representa a la muchacha de pueblo, sin ninguna elegancia ni sofisticación. Sergio la utiliza para vengarse indirectamente de su ex cónyuge. Por eso la lleva a su casa, le regala la ropa de Laura y tiene relaciones sexuales con ella en su misma cama.

Muy pronto, sin embargo, cae en la cuenta de que Elena, aunque pobre, puede ser tan vacía como Laura, y no comparte sus inquietudes intelectuales. Para Sergio, Elena simboliza el subdesarrollo: le parece inconsistente, sin capacidad para relacionar las cosas y necesitada de que alguien piense por ella. Él siempre quiso vivir como un europeo, y Elena le recuerda a cada momento que vive en un país subdesarrollado.

La relación de amor-odio que establece Sergio con sus parejas lo lleva a afirmar que la mujer cubana se descompone entre los treinta y los treinta y cinco años: “Después de eso es una pudrición”. En cambio, idealiza a su ex novia alemana, considerando que sí lo entendía y apoyaba como escritor. El falso sentido de la moral en la sociedad criolla, expresado a través de la sexualidad, también sale a relucir aquí. Elena, por ejemplo, muestra su hipocresía llorando porque supuestamente Sergio la ha deshonrado, cuando ni siquiera era virgen. Por otra parte, este último es un paradigma del machismo cubano: aunque aparenta buscar la pareja ideal, sólo utiliza a las mujeres para satisfacer su apetito sexual y alimentar su ego.

“Tú no eres ni revolucionario ni gusano… ¡no eres nada!”, espeta Elena. Esta frase es la que mejor define a Sergio, habitante de un limbo existencial, personaje que no consigue hallar un espacio vital desde el que insertarse en la sociedad cubana. Se despide de sus amigos que abandonan el país con regocijo, pues ya no tendrá que lidiar con sus conversaciones triviales y su mundo vacío. Pero, aunque prefiere permanecer en Cuba, sabe que en el marco del nuevo sistema empiezan a hacerse visibles las costumbres y el modo de vida del hombre de pueblo, o de clase baja, los cuales le resultan igualmente repulsivos, inconsistentes. Como él mismo afirma, “en el trópico todo se descompone, nada tiene permanencia”.

“Cómo se sale del subdesarrollo, el subdesarrollo lo marca todo; y tú –dice Sergio refiriéndose a su realidad- qué haces aquí, dónde está tu gente, tu mujer… Tú no tienes nada que ver con esta gente; ahora comienza tu destrucción final”. El protagonista de la película se asume en una vejez anticipada, como un vegetal sin frutos. Considera a Cuba una trampa, pero una trampa de la cual se siente incapaz de escapar.

Meloni: ¿Oportunista o fanática?

  Carlos Alberto Montaner En los años 1959, 60 y 61 se referían en Cuba a los “melones políticos” como alguien que era verde por fuera y roj...