Los escritores Ana M. Mireles, Pío E. Serrano y Jorge Luis Arcos presentan al poeta L. Santiago Méndez Alpízar (Chago), con su antología ¿Entonces qué?, en la sede de la Fundación Hispano Cubana, en Madrid:
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viernes, 10 de diciembre de 2010
sábado, 5 de junio de 2010
Cuestión de intereses (II y final)
por L. Santiago Méndez Alpízar
A pocos días estamos de que los norcoreanos torpedearan un buque de la otra Corea, la del Sur. Todavía no hemos escuchado decir ni pío al director de cine que dirige la comunista de las Coreas, y que sin embargo se apresuró a echar a todos los que no fueran de los suyos --a esos pa salir les cuesta como a un cubano— y a romper relaciones para si se arma, por fin, alguna otra guerra en la que poder soltar un poco de los tantos misiles, de probar las nuevas tecnologías... La rubia de los Clinton, que dispone de una considerable presencia militar en la zona, advirtió que había que tomar medidas y que su país, estaba claro, apoyaría a los agraviados. Dijo más, emplazó a China a dar su consentimiento y poder --libres de veto— poner sanciones internacionales a la dictadura coreana. Pero los chinos, que son, casi, la otra mitad del mundo, no han dado el brazo a torcer. Como siempre podrían vetar cualquier resolución. Los chinos, tan callados, tan de poquito a poco: cada vez más fuertes, y con la garganta amplia, y con la vista puesta en los dineros: cada vez más sudamericanos y africanos nuestros entrañables chinos. Cada vez más presentes donde se te ocurra.
Y entonces: ¿Bueno el bloqueo a Gaza, malo el hundimiento del barco coreano en supuestas aguas territoriales de la otra Corea? ¿Bueno el embargo de EE.UU a Cuba, malo el embargo a Irán?
EE. UU. Quien, por una vez, podía pararle un poco la patas al tío duro de Netanyahu --que confirma la alta voluntad del ser humano para tropezar más de una vez con la misma bazofia, quiero decir, misma mierda—. No tirará piedras contra su propio tejado, el que ha ido construyendo y armando hasta los pelos rizados de los tirabuzones, tan bonitos los peyos, por cierto.
La parcialidad del mundo que compartimos no es nada oculto, se hace a la vista de todos. Lo correcto es estar con Occidente, hablar de democracia, de economía liberal, que es el santo grial y la receta, da igual si quieres. Lo correcto es tener bien cerca de la boca ciertas palabras: árabe-terroristas-islámicos...
Y tocamos tecla sensible, mucho. Obama dijo en su discursito sobre la gesta neopirata de su puerto favorito en Oriente Medio, que no tenían pruebas suficientes para condenar al gobierno de Israel. Que apoyarían una investigación conjunta con países de la Unión Europea, sin embargo. Algo que, dejó claro su homólogo judío, no pasaría. Muchos esperábamos una actitud mucho más firme de Barack Obama. Muchos deseábamos que las democracias por fin le dijeran al fajarín de Israel que no, que no se abordan barcos en aguas internacionales; menos se mata a sus tripulantes. No, eso no se hace, ni en nombre de Dios. Ni aunque en ellos vayan simpatizantes de mis oponentes. No se pega tiros a quemarropa a civiles, menos sabiendo quiénes son, de dónde vienen. Pero, ¿qué quieren? ¡Será posible que no aprendieran, nada, nada de nada!
¿Qué se logró --más que la muerte, luego el desprecio— con el sangriento atropello? ¿A quién vender la idea de unos barcos con 600 terroristas, armados con sillas, cuchillos, machetes, tirachinas, ahora que sabemos minuto a minuto lo ocurrido? Por una vez la condena internacional ha sido, casi, unánime. Por una vez el alto mandatario de la ONU habla claramente: baño de sangre.
El despropósito de continuar apoyando los abusos del prepotente gobierno de Israel en nombre de la democracia, si no lo es en sí mismo, roza el sentimiento fascista. El plañidero ejercicio de poner a la superpotencia de Oriente Medio como eterna víctima, de recordar lo sufrido para no ver de lo que son capaces, sencillamente ya no cuela. La insistencia en demonizar al pueblo palestino, que lejos de buscar una guerra, la encontró --se la trajeron las mismas supuestas democracias occidentales— solamente puede responder a claros asuntos de intereses. Los intereses de Occidente, que ha sido en definitiva el hegemónico, el que les apretó la corbata y les encasquetó los mismos pantalones y la misma prisa hasta a los chinos.
Mientras escribo, ya hay otro barco repleto de terroristas (son como 15 Irlandeses) de la peor calaña intentando romper el humanitario bloqueo a Gaza. Son capaces de arriesgar su vida, llevar ayuda al prójimo, por musulmán que sea. Llevan hasta a una Premio Nobel de la Paz a bordo: Mairead Corrigan-McGuire.
Mientras redacto estas pocas líneas, ya el gobierno israelí ha dejado clara su voluntad de asaltarlo, también. Si nos importara realmente concluir con tanta maldad, sin razón, cogeríamos barcos en muchas direcciones prohibidas.
Para el Rachel Corrie, nombre del barco que ya ha sido interceptado por dos barcos de guerra israelí, supongo el desenlace será parecido: soldados israelíes llegarán del cielo, casi, y le darán pan con lechón a todo el que no se esté más quieto que una vela. Esta vez no mataran a nadie: yo apuesto. Y es que será cierta la fábula del pavo. Definitivamente sea Israel una combinación peculiar y a caballo entre esto que suponemos Occidente --a estas alturas tan cuestionable— y aquellas profundas convicciones, aquella otra manera de atender, mirar, razonar un mismo asunto.
A pocos días estamos de que los norcoreanos torpedearan un buque de la otra Corea, la del Sur. Todavía no hemos escuchado decir ni pío al director de cine que dirige la comunista de las Coreas, y que sin embargo se apresuró a echar a todos los que no fueran de los suyos --a esos pa salir les cuesta como a un cubano— y a romper relaciones para si se arma, por fin, alguna otra guerra en la que poder soltar un poco de los tantos misiles, de probar las nuevas tecnologías... La rubia de los Clinton, que dispone de una considerable presencia militar en la zona, advirtió que había que tomar medidas y que su país, estaba claro, apoyaría a los agraviados. Dijo más, emplazó a China a dar su consentimiento y poder --libres de veto— poner sanciones internacionales a la dictadura coreana. Pero los chinos, que son, casi, la otra mitad del mundo, no han dado el brazo a torcer. Como siempre podrían vetar cualquier resolución. Los chinos, tan callados, tan de poquito a poco: cada vez más fuertes, y con la garganta amplia, y con la vista puesta en los dineros: cada vez más sudamericanos y africanos nuestros entrañables chinos. Cada vez más presentes donde se te ocurra.
Y entonces: ¿Bueno el bloqueo a Gaza, malo el hundimiento del barco coreano en supuestas aguas territoriales de la otra Corea? ¿Bueno el embargo de EE.UU a Cuba, malo el embargo a Irán?
EE. UU. Quien, por una vez, podía pararle un poco la patas al tío duro de Netanyahu --que confirma la alta voluntad del ser humano para tropezar más de una vez con la misma bazofia, quiero decir, misma mierda—. No tirará piedras contra su propio tejado, el que ha ido construyendo y armando hasta los pelos rizados de los tirabuzones, tan bonitos los peyos, por cierto.
La parcialidad del mundo que compartimos no es nada oculto, se hace a la vista de todos. Lo correcto es estar con Occidente, hablar de democracia, de economía liberal, que es el santo grial y la receta, da igual si quieres. Lo correcto es tener bien cerca de la boca ciertas palabras: árabe-terroristas-islámicos...
Y tocamos tecla sensible, mucho. Obama dijo en su discursito sobre la gesta neopirata de su puerto favorito en Oriente Medio, que no tenían pruebas suficientes para condenar al gobierno de Israel. Que apoyarían una investigación conjunta con países de la Unión Europea, sin embargo. Algo que, dejó claro su homólogo judío, no pasaría. Muchos esperábamos una actitud mucho más firme de Barack Obama. Muchos deseábamos que las democracias por fin le dijeran al fajarín de Israel que no, que no se abordan barcos en aguas internacionales; menos se mata a sus tripulantes. No, eso no se hace, ni en nombre de Dios. Ni aunque en ellos vayan simpatizantes de mis oponentes. No se pega tiros a quemarropa a civiles, menos sabiendo quiénes son, de dónde vienen. Pero, ¿qué quieren? ¡Será posible que no aprendieran, nada, nada de nada!
¿Qué se logró --más que la muerte, luego el desprecio— con el sangriento atropello? ¿A quién vender la idea de unos barcos con 600 terroristas, armados con sillas, cuchillos, machetes, tirachinas, ahora que sabemos minuto a minuto lo ocurrido? Por una vez la condena internacional ha sido, casi, unánime. Por una vez el alto mandatario de la ONU habla claramente: baño de sangre.
El despropósito de continuar apoyando los abusos del prepotente gobierno de Israel en nombre de la democracia, si no lo es en sí mismo, roza el sentimiento fascista. El plañidero ejercicio de poner a la superpotencia de Oriente Medio como eterna víctima, de recordar lo sufrido para no ver de lo que son capaces, sencillamente ya no cuela. La insistencia en demonizar al pueblo palestino, que lejos de buscar una guerra, la encontró --se la trajeron las mismas supuestas democracias occidentales— solamente puede responder a claros asuntos de intereses. Los intereses de Occidente, que ha sido en definitiva el hegemónico, el que les apretó la corbata y les encasquetó los mismos pantalones y la misma prisa hasta a los chinos.
Mientras escribo, ya hay otro barco repleto de terroristas (son como 15 Irlandeses) de la peor calaña intentando romper el humanitario bloqueo a Gaza. Son capaces de arriesgar su vida, llevar ayuda al prójimo, por musulmán que sea. Llevan hasta a una Premio Nobel de la Paz a bordo: Mairead Corrigan-McGuire.
Mientras redacto estas pocas líneas, ya el gobierno israelí ha dejado clara su voluntad de asaltarlo, también. Si nos importara realmente concluir con tanta maldad, sin razón, cogeríamos barcos en muchas direcciones prohibidas.
Para el Rachel Corrie, nombre del barco que ya ha sido interceptado por dos barcos de guerra israelí, supongo el desenlace será parecido: soldados israelíes llegarán del cielo, casi, y le darán pan con lechón a todo el que no se esté más quieto que una vela. Esta vez no mataran a nadie: yo apuesto. Y es que será cierta la fábula del pavo. Definitivamente sea Israel una combinación peculiar y a caballo entre esto que suponemos Occidente --a estas alturas tan cuestionable— y aquellas profundas convicciones, aquella otra manera de atender, mirar, razonar un mismo asunto.
Cuestión de intereses (I)
por L. Santiago Méndez Alpízar
Habrá antes que realizar dos salvedades muy elementales: el gobierno (los políticos) de Israel no son los Judíos. No todos los que viven en Palestina son terroristas.
Aclaradas las de Perogrullo, se impone un recorrido, una somera vista al mapa de Palestina en el año en que Occidente decide la reubicación y nueva creación del país de los Judíos, antes por suficientes siglos desaparecido, como tantos otros (ah, los Hititas).
Vista hace fe: una imagen (a la derecha), cuando es cierta, vale más que todas las palabras. De los cuatro ejemplos, por supuesto que ya ninguno es. Ahora el mapa, al que los palestinos llaman la piel del leopardo, es más escaso, disgregado. Ya fuere por botín de guerra --guerras llamadas divinas—, asentamientos... el ejército y los colonos judíos han ido continuamente ocupando territorios y hasta construido muros ingentes, bloqueando la entrada por mar a la zona de la franja de Gaza, curioso experimento al que, reitero, el Mundo acude imperturbable.
Los cubanos sabemos de soberbia un rato. Tenemos en nuestras cabecitas ejemplos suficientes y hasta para regalar. De ser cierto el dialogo Hatuey & conquistadores, nuestra historia más conocida guardaría, como simiente, un primer ejemplo de cabezonería y orgullo. Y por su puesto Hatuey era el que avisaba, venía de fuera... Hemos sido --le duela a quien le duela— un país independiente ante el más poderoso en más de una ocasión. Realizando decisiva participación en conflictos a días de navegación, y hasta resultar, como mínimo, invictos el país y su gloria.
Por cabezón y vanidoso, el más admirado de todos los hombres cubanos, José Martí, cayó a la primera en Dos Ríos, sin necesidad alguna... repleto de valor, como un Poeta.
Más reciente, también sufrimos la ira, el desnorte brutal de la maquinaria de poder, incapaz, indolente, muchas veces cruel: cuando tres avionetas salieron de Opa Locka y volaron sobre aguas territoriales cubanas --según versión de Cuba—, aunque no esté muy claro el asunto. Y unos aviones de combate del ejército cubano cumplimentaron las órdenes, no sé qué gloria buscó el que los mandara, batieron a dos de las aeronaves civiles matando, por supuesto, a los tripulantes, que intentaban hacer llegar octavillas, panfletos en territorio cubano.
No hace mucho vimos a las turbas presionar, vapulear, gozar con su odio a unas mujeres que, poco más que decir, caminan ordenadas y dispuestas por determinadas calles habaneras. ¿Habrá que recordar el hundimiento del remolcador 13 de Marzo? Es costumbre leer, seguir lo juicios donde el acusado --de lo que se les ocurra— es conducido a prisión con condenas que rebasan cualquier tipo de supuesta humanidad revolucionaria, cadenas casi perpetuas en determinados casos igualmente.
Pero no es solamente cuestión nuestra, entre cubanos. Si fuere así, no fuera nada.
Habrá antes que realizar dos salvedades muy elementales: el gobierno (los políticos) de Israel no son los Judíos. No todos los que viven en Palestina son terroristas.
Aclaradas las de Perogrullo, se impone un recorrido, una somera vista al mapa de Palestina en el año en que Occidente decide la reubicación y nueva creación del país de los Judíos, antes por suficientes siglos desaparecido, como tantos otros (ah, los Hititas).

Los cubanos sabemos de soberbia un rato. Tenemos en nuestras cabecitas ejemplos suficientes y hasta para regalar. De ser cierto el dialogo Hatuey & conquistadores, nuestra historia más conocida guardaría, como simiente, un primer ejemplo de cabezonería y orgullo. Y por su puesto Hatuey era el que avisaba, venía de fuera... Hemos sido --le duela a quien le duela— un país independiente ante el más poderoso en más de una ocasión. Realizando decisiva participación en conflictos a días de navegación, y hasta resultar, como mínimo, invictos el país y su gloria.
Por cabezón y vanidoso, el más admirado de todos los hombres cubanos, José Martí, cayó a la primera en Dos Ríos, sin necesidad alguna... repleto de valor, como un Poeta.
Más reciente, también sufrimos la ira, el desnorte brutal de la maquinaria de poder, incapaz, indolente, muchas veces cruel: cuando tres avionetas salieron de Opa Locka y volaron sobre aguas territoriales cubanas --según versión de Cuba—, aunque no esté muy claro el asunto. Y unos aviones de combate del ejército cubano cumplimentaron las órdenes, no sé qué gloria buscó el que los mandara, batieron a dos de las aeronaves civiles matando, por supuesto, a los tripulantes, que intentaban hacer llegar octavillas, panfletos en territorio cubano.
No hace mucho vimos a las turbas presionar, vapulear, gozar con su odio a unas mujeres que, poco más que decir, caminan ordenadas y dispuestas por determinadas calles habaneras. ¿Habrá que recordar el hundimiento del remolcador 13 de Marzo? Es costumbre leer, seguir lo juicios donde el acusado --de lo que se les ocurra— es conducido a prisión con condenas que rebasan cualquier tipo de supuesta humanidad revolucionaria, cadenas casi perpetuas en determinados casos igualmente.
Pero no es solamente cuestión nuestra, entre cubanos. Si fuere así, no fuera nada.
martes, 5 de enero de 2010
Exilio forever

Ya podrás ser Reinaldo Arenas, Guillermo Rosales, José Mario… o cualquier otro nombre que nadie pueda opacar y estar vivito y coleando: Almelio Calderón Fornaris, Pedro Marqués de Armas, Rogelio Saunders, Julio Fowler, Alberto Lauro, Ariel León, José Manuel Poveda... los culones seguirán ocupando tu sitio, engordando nalgas y lenguas con idéntica dialéctica. ¡Nada detiene la lengua ni los deseos de protagonismo de un patriota cubano huido! No tendrás espacio si no bailas al son del patriota ausente.
Atentos al reclamo oportuno de una derecha que tampoco encontró maneras de transformación, reciclaje, ni fundamentos diferentes, superiores a la del siglo pasado, los bocazas insignes suelen coincidir con el firmamento de un exilio forever.
El exilio, además de nuestra verdadera República posible, de momento, más que plural sigue siendo un festín kitsch de invitados con pajaritas fosforescentes: con una mesa manicheada por los culones que decía arriba, y que no son menos viejos que los viejos otros que en Cuba gobiernan, en todos los sentidos: incluidos los bisoños, igual de viejos. Sigue siendo UNEAC y sucedáneos: Fundaciones fantasmas, revistas fantasmas, cadenas de radio y televisión fantasmas, componedores de blogs fantasmas, y fantasmas blogueros. Y como colofón: vidas completas partidas en apoyo incondicional a un bloqueo fantasma con el que se consagró la rentabilidad del dolor. Proyectos todos enfocados desde el único punto de vista que emana de la tozudez. Del empobrecimiento de ideas. De la carencia peor, que es la que provoca lo fácil.
El artículo completo aquí
sábado, 21 de noviembre de 2009
Pánfilo al peso

El a ratos lúcido borracho que fue Pánfilo, ha devenido una especie de Tío Tom desfasado, al servicio de inteligentes y reflexivos periodistas, comentaristas --mis respetos para el señor Patterson, a quien escuché el comentario más inteligente: asegurar lo mucho que en llamas está nuestro borracho televisivo— que se encargan de repetir, como parte de un gran eco que hay y que lleva tiempo engordando, eco al fin: hasta aseverar con total desenfado la utilidad, importancia de lo que, cómo le llamo: Juancarlosalgo, Pánfilo en Cuba nos muestra.
¿Cuál periodismo es el que pone en riesgo la fuente, y lo provoca?
Y más preguntas: si se tira al agua y se lo comen los tiburones, ¿quién se beberá el Black Label que le prometen? ¿Cuántas botellas genera, están pagando, por un reportaje a Pánfilo? Y de llegar en balsa a la costa norteamericana: ¿tendremos la reconversión de Pánfilo en directo, estilo Gran Hermano?”.
El artículo completo aquí.
miércoles, 26 de agosto de 2009
Jama y Libertad: Nota con Pánfilo

Finalmente, ya Pánfilo cumple años de prisión por bocazas y por pánfilo. Un borracho sabe lo que dice en todo momento y Pánfilo estaba deseoso de celebridad. Recordar que, en la entrevista génesis, el entrevistado era otro. Pánfilo era el espontáneo, el que se metía por su pinga, según él mismo, y no escuchaba el reclamo del que grababa: ya Pánfilo, ya…
Bailar en casa del trompo, meter el dedo en el ojo de la bestia, coger la curda para encajar verdades le ha costado, a él solito -quede claro-, 24 meses en el tanque. Ya he mandado mi nombre por si se firman cartas y he puesto en mi blog lo indicado para la primera campaña por su libertad: Jama y Libertad: Pánfilo libre. Conste que estoy de vacaciones.
Pobre de mi país, ¡ya encarcelan hasta a los borrachos!
Recuerda a otros muchos Pánfilo. En lo personal, he visto unos cuantos. Todos desencantados, con un pasado comprometido con la ilusión que sospecho fue la Revolución cubana.
Recordé a mi amigo Cherendé, en paz descanse, que había bajado del monte con grados, y que terminó colando alcohol de cocina con clara de huevo, merengue, y pasando el pulgar por Sal ensalivada. La casa de Cherendé se fue vendiendo de a poco: lo primero, los muebles y las camas. Ensanchada, parecía el doble de grande la vieja casa de madera. No tardó en ser espacio de otros alcohólicos, viejas glorias que terminarían sus días con la embriaguez de un quinqué. El Perro Chirino: culto y políglota; más de siete idiomas bien hablados y escritos, solía decir con voz pasada por fuego y cáncer. Daba lecciones a los profesores en los parques y conocía de cine antiguo un rato. Todo eso lo hizo sospechoso de escuchar emisoras extranjeras.
O como el Torito, que sabía del monte mucho, y de aves, y que en el profesionalismo había sido respetado por su pegada y valentía. Torito había boxeado en La Habana, pero fue a finales de los cincuenta y ya sabemos lo que vino luego. No lo superó jamás ni se quiso ir en el ochenta, cuando le dieron a escoger, como a Cherendé: cuatro años de prisión o te vas del país. Claro que cumplieron con sus condenas.
El desempleo y la falta de oportunidades en Cuba, más la testarudez del incapaz y vetusto gobierno para hacer frente a las necesidades básicas de las personas, han convertido a varias generaciones de mujeres y hombres en seres ociosos, machacados por la dureza con que se les presenta el diario.
Pánfilo fue marinero. Viajó, se sintió útil, pero su ilusión terminó desbocada en un vídeo y aprovechada por canales de televisión de Miami, presentadores inescrupulosos, ávidos periodistas, diarios, blogueros… y finalmente dio contra las rejas.
No sé de dónde sacó alguna lumbrera que sería problema para el engrasado mecanismo judicial cubano, castrense, severo donde los haya, poner a la sombra al folclórico Pánfilo de Cuba.
Ojalá y se logre pronto su puesta en libertad, que no es, ni será, nada extraordinario, ni ejemplar, encarcelar a una persona por lo que dice, ni siquiera cuanto está borracha.
Pero si complicado es lograr alguna iniciativa influyente para nombres como Oscar Elías Biscet o las Damas de Blanco, presiento que más lo será para nuestro -¿divertido?- Pánfilo encarcelado.
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